El potente desarrollo de la agricultura en Perú le ha llevado a ser un importante actor en la exportación global de frutas y hortalizas, liderando la comercialización internacional tanto de arándanos como de espárragos. Sin embargo, su modelo de crecimiento es fuertemente dependiente de la disponibilidad de agua, que en muchas regiones alcanza tasas de extracción superiores a su capacidad de recuperación natural.
El deshielo de los glaciares tropicales andinos peruanos (el 71% de todos los existentes en América Latina) ha sido el factor que ha permitido el boom en la agricultura peruana, pero el cambio climático les ha condenado a desaparecer en unos 150 años (algunos en menos de 50). De hecho, estos glaciares, la principal reserva de agua dulce del país, están retrocediendo en promedio 20 metros cada año.
Por lo tanto, ¿estamos ante un prodigio o ante una tragedia?
El cultivo de uno de los vegetales más importantes en el país, el espárrago, que hoy proporciona 450 millones de dólares anuales y hasta 10.000 empleos en una zona muy pobre, comenzó en los años 50 aunque su desarrollo se impulsó a mediados de los años 80. Cultivado en La Libertad o, en un 95% de todo lo exportado, en el valle de Ica (400 km al sur de Lima), siempre en tierras ganadas al desierto, el espárrago es un cultivo que demanda mucha agua, lo que ha llevado en algunos lugares del valle de Ica a una caída de hasta 8 metros anuales en el acuífero subyacente.
La desesperación de quienes anticipan lo inevitable ha llevado a intentar detener el deshielo pintando las rocas de blanco o cubriendo los nevados con ichu (pasto del altiplano) y serrín para protegerlos.
Mientras no sea posible avanzar en la eficiencia en el uso de agua, en la diversificación de las fuentes de oferta (reutilizando aguas regeneradas con tratamientos avanzados y desalando agua salobre o de mar donde se justifique), en el desarrollo de infraestructuras naturales para conservación, restauración y recuperación de los ecosistemas peruanos, incluso la seguridad hídrica de la región metropolitana de Lima está en peligro y, con ella, la capacidad de anticiparnos, una vez más, a un desafío global extraordinario.
Fuente: elpais.com