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Francisco Martínez Navalón, de Azafranes Manchegos:

“Cada vez es más difícil encontrar gente dispuesta a trabajar en la recolección del azafrán”

El azafrán es un producto con un alto valor económico que genera importantes cifras de comercialización en España. Durante muchas décadas, el país ha sido un productor relevante en el sector de esta especia considerada como la más cara del mundo –no en vano era llamada el ‘oro rojo’–, aunque su papel actual en la industria del azafrán es mucho más amplio; de hecho, es uno de los mayores players en este mercado.

España es el primer importador mundial de azafrán, según datos del Observatorio de Complejidad Económica referidos a 2019, y el segundo mayor exportador global de este producto, solo por detrás de Irán. De acuerdo con el informe sobre el comercio exterior del azafrán publicado por el ICEX en abril de 2021, en 2020 las exportaciones españolas alcanzaron los 42,4 millones de euros y las importaciones 26,2 millones; pero, a pesar de este dinamismo comercial, la producción española, centrada en Castilla-La Mancha, muestra una evolución muy diferente.

“La campaña de este año está acabando, creo que en pocos sitios queda ya producto por recoger. Ha sido una campaña más corta que la anterior y, aunque aún hay que esperar hasta que el Consejo Regulador certifique la producción y dé cifras oficiales, algunos agricultores hablan de que tienen entre un 20 y un 30% menos”, explica Francisco Martínez, de la empresa Azafranes Manchegos. “La producción en Castilla-La Mancha lleva años cayendo. Los rendimientos de las plantaciones no son los mismos que los de antes, no sabemos por qué, aunque es probable que influya el cambio climático. Una hectárea venía a producir según las zonas una media de entre 12 y 18 kilos de azafrán tostado. Para conseguir esa cantidad se necesitaba una media de 80 libras de rosas, ya que de cada cinco partes en verde se consigue una en seco, pero ahora se necesitan 100. Hoy en día el que consigue 8 kilos por hectárea es un afortunado”.

“También hay cada vez más abandono de explotaciones. En esta zona de Albacete, en Alcalá del Júcar, bastantes agricultores ya han dejado el cultivo del azafrán porque cada campaña se encuentran con el problema de la falta de mano de obra”, señala Francisco. “El azafrán es un cultivo que requiere mucha dedicación porque es muy manual, desde la cosecha de las rosas a la monda y el tostado. Tradicionalmente, su producción ha tenido un carácter familiar, todos los miembros de las familias, que eran mayores que ahora, acudían en la cosecha para ayudarse los unos a los otros. Hoy en día se necesita contratar a trabajadores, pero es complicado porque la recogida del azafrán es muy diferente de la de otros productos, como la vid o la almendra. Todo depende de las flores que nazcan en el campo y no es previsible”.

“Puede que las cuadrillas de trabajadores lleguen al campo por la mañana y apenas haya flores para recoger, de manera que ese día ni siquiera echan el jornal completo, y que otros días haya un manto de flores. Esto hace que cada vez sea más difícil encontrar gente dispuesta a trabajar en la recolección del azafrán”.

Los datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación confirman esta bajada en la producción. Durante las décadas de los años 70 y 80 la superficie registrada de azafrán se situaba en torno a 4.000 hectáreas y la producción superaba los 40.000 kilos, y en el año 2009 la superficie había caído hasta las 143 hectáreas y la producción fue de 1.829 kilos, de acuerdo con el Anuario de Estadística 2020. En 2017 la superficie había ascendido a 178 hectáreas, aunque la caída de rendimientos –de 12,79 a 8,80 kg/ha en solo 8 años– hizo que la producción decreciera hasta 1.567 kg. Finalmente en 2019, los últimos datos disponibles constatan que, a pesar de que sí hubo un incremento de las hectáreas a nivel nacional hasta totalizar 204, la producción cayó hasta los 1.537 kg, con rendimientos medios de 7,53 kg/ha.

No obstante, su cultivo aún prospera en Castilla-La Mancha, donde está amparado bajo el sello de calidad Azafrán de La Mancha DO. “El azafrán español es el mejor valorado en todo el mundo, pero la realidad es que la producción certificada por el Consejo Regulador el año pasado fue de tan solo 450 kilos. Por eso, aunque España no tenga producción, tiene la fama, y sigue siendo el principal comercializador de azafrán a nivel mundial. De hecho, desde España se exportan unos 50.000 kilos anuales”, comparte Francisco Martínez.

“Yo pertenezco a la quinta generación de mi familia en el negocio de la producción y compraventa de azafrán, que se remonta a 1850. Recuerdo que, después de la cosecha, mi abuelo se iba con el azafrán y un peso a recorrer la zona de Murcia y Alicante durante varios meses para venderlo. Hoy en día continúo con su actividad, aunque de otra manera”, bromea Francisco. “Envasamos y comercializamos el azafrán principalmente en el mercado nacional y a otros exportadores, aunque aún mantenemos las ventas a algunos clientes en Estados Unidos y los países árabes, donde exportábamos grandes cantidades, de media unos 300 kilos al mes, hace unos años. El azafrán con denominación de origen lo vendemos en Gourmet en el Corte Inglés con nuestra marca Karkom, ‘azafrán’ en hebreo, la palabra con la que lo designaba el Rey Salomón en ‘El Cantar de los Cantares’. También hemos lanzado al mercado productos innovadores bajo la marca Karkom, que contienen nuestro azafrán con denominación de origen como miel, ginebra, licor, sal y caramelos".

El cultivo del azafrán es muy atractivo económicamente; un kilo de azafrán español tiene un precio medio de 4.000 euros, indica Francisco. “Por eso, el Consejo Regulador debería centrarse en la producción, en proporcionar a los agricultores bulbos en condiciones que vuelvan a tener buenos rendimientos y en ayudarles a que no se cansen de este cultivo tan rentable”.

Para más información:
Francisco Martínez Navalón
Azafranes Manchegos, s.l.
Tel.: +34 967 474 093
azaframan@azafranesmanchegos.com
www.azafranesmanchegos.com