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El tomate: De temida manzana envenenada a producto de consumo diario

A finales de 1700, un gran porcentaje de europeos temían al tomate. A este fruto se le daba el sobrenombre de "manzana envenenada" porque que se creía que los aristócratas enfermaban y morían tras consumirlos, pero lo cierto del asunto es que los europeos adinerados utilizaban platos de peltre, que tenían un alto contenido de plomo. Debido a que los tomates tienen un nivel de acidez muy elevado, al ser colocados sobre esta particular vajilla, el fruto extraía el plomo del plato, lo que provocaba muchas muertes por envenenamiento por plomo. Nadie hizo esta asociación entre el plato y el veneno en aquel entonces; por lo que el tomate fue señalado como el culpable.

Alrededor de 1880, con la invención de la pizza en Nápoles, el tomate ganó popularidad en Europa. Pero hay algo más tras la historia del periodo de impopularidad del incomprendido fruto en Inglaterra y América, como detalla Andrew F. Smith en su libro The Tomato in America: Early History, Culture, and Cookery. El tomate no fue solo culpado por lo que realmente era envenenamiento por plomo. Antes de que la fruta llegara a los platos en Norteamérica, fue clasificado como una letal belladona, una planta venenosa de la familia de las solanáceas que contiene toxinas denominadas alcaloides tropánicos.



Una de las referencias europeas a este alimento más tempranas que se conocen procede del herbolario italiano Pietro Andrae Matthioli, que fue el primero en clasificar la "manzana dorada" como belladona y mandrágora, una categoría de alimento conocido como un afrodisíaco. Al igual que las frutas y hortalizas similares de la familia de las solanáceas (la berenjena, por ejemplo), el tomate obtuvo una turbia reputación por ser tanto venenoso como una fuente de tentaciones.

Aunque lo que realmente dañó la imagen del tomate, según la investigación de Smith, fue la publicación de Herball, de John Gerard, en 1597.

"Gerard consideraba que 'toda la planta' tenía un 'sabor rancio y asqueroso'. La fruta estaba corrompida, lo que el dejó a la censura de todo hombre. Aunque las hojas y el tallo son tóxicos, el fruto no lo es", cita Smith de la publicación de Gerard.

La opinión que Gerard tenía del tomate, aunque basada en una falacia, prevaleció en el Reino Unido y las colonias británicas en Norteamérica durante más de 200 años.

Alrededor de esta época se creía también que era mejor consumir tomates en los países más cálidos, como en Mesoamércia, el lugar de origen de este fruto. El tomate era consumido por los aztecas ya en el 700 dC y se llamaba "tomatl", y no se cultivó en el Reino Unido hasta la década de 1590.

Se cree que a principios del siglo XVI, los conquistadores españoles que regresaban de sus expediciones en México y otras partes de Mesoamérica fueron los primeros en introducir las semillas en el sur de Europa. Algunos investigadores atribuyen a Cortés la introducción de las semillas en Europa en 1519 con fines ornamentales. Hasta finales de 1800, en los climas más fríos, los tomates solo se cultivaron con fines ornamentales en jardines, y no para consumir.

"John Parkinson, el boticario del rey Jacobo I y el botánico del rey Carlos I, declaró que, aunque las manzanas del amor se consumían en los países cálidos para 'calmar y aplacar el calor y la sed de los acalorados estómagos', los horticultores británicos las cultivaran únicamente por curiosidad y por la belleza del fruto", continúa Smith.

La primera referencia conocida al tomate en las colonias británicas de Norteamérica se publicó en la obra Botanologia del herbolario William Salmon, publicada en 1710, que sitúa el tomate en las Carolinas. El tomate se convirtió en un fruto comestible aceptado en muchas regiones, pero los Estados Unidos de América no estaban tan unidos en el siglo XVIII y a principios del XIX. Las noticias del tomate se extendían lentamente junto con gran cantidad de mitos y dudas de los agricultores. Muchos sabían cómo cultivarlo, pero no cocinar este alimento.

En 1822, aparecieron cientos de recetas de tomate en las revistas y periódicos locales, pero todavía perduraban los miedos y rumores del potencial veneno de la planta. En la década de 1830, cuando la manzana del amor se cultivó en Nueva York, surgió una nueva preocupación. El gusano verde del tomate, que medía entre siete y diez centímetros y tenía un cuerno saliendo del lomo, comenzó a apoderarse de las parcelas en todo el estado. Según el almanaque The Illustrated Annual Register of Rural Affairs and Cultivator Almanac (1867), editado por J.J. Thomas, se creía que el mero roce con dicho gusano podía provocar la muerte. La descripción es escalofriante:

"El tomate de todos nuestros huertos está infestado de un gusano verde muy grande y de cuerpo grueso que posee unas marcas blancas a los lados y un cuerno curvado en forma de espina al final del lomo".

Alrededor del mismo periodo, un hombre en Nueva York que se hacía llamar doctor Fuller, fue citado en el periódico The Syracuse Standard, en el que decía que había hallado un gusano del tomate de doce centímetros en su huerto. Había capturado el gusano con una botella y decía que era "venenoso como una serpiente de cascabel" cuando escupía a su presa. Según el relato de Fuller, una vez la piel entraba en contacto con la saliva, se inflamaba inmediatamente. Pocas horas después, la víctima se paralizaba y moría. Era un "enemigo para la existencia humana", apuntaba. Por suerte, un entomólogo llamado Benjamin Walsh argumentó que el temido gusano del tomate no haría daño ni a una mosca.

"Ahora que nos hemos familiarizado con él [el gusano], esos miedos se han desvanecido y nos hemos vuelto bastante indiferentes hacia esa criatura, sabiendo que es simplemente un gusano de aspecto horrendo que se come algunas de las hojas de la tomatera", continúa Thomas.

El temor, según parece, había amainado. Con la aparición de las sociedades agrícolas, los agricultores comenzaron a investigar el uso del tomate y experimentaron con diferentes variedades. Según Smith, en la década de 1850, el nombre del tomate estaba también considerado que se utilizó para vender otras plantas en el mercado. En 1897, el pionero Joseph Campbell descubrió que los tomates se aguantaban bien cuando se metían en una lata de conserva, por lo que popularizó la sopa de tomate concentrada.

Hoy en día, se consumen innumerables variedades de tomate en todo el mundo. Cada año se producen comercialmente más de 1500 millones de toneladas de tomates. En 2009, solo en los Estados Unidos se produjeron más de 1500 millones de kilos de tomates para su comercialización en fresco. Sin embargo, parte de ese pasado oscuro de la planta parece haber perseguido al tomate en la cultura pop. En la comedia y drama musical de 1978 El ataque de los tomates asesinos, unos tomates rojos gigantes aterrorizan el país. "La nación está sumida en el caos. ¿Nada puede detener este ataque violento de los tomates?"

Fuente: blogs.smithsonianmag.com



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