Hasta hace quince años, solo cultivaban clementinas comunes, que son frutas muy sabrosas, de alta calidad, sin semillas y de calibre pequeño-mediano, fáciles de pelar y con una relación equilibrada entre azúcar y acidez. Desde la década de los ochenta, esta fruta ha sido el principal activo de la economía de la llanura de Síbari.
"Habíamos previsto que las cosas no fueran siempre tan bien con el paso del tiempo", reconoce el agrónomo Francesco Perri (abajo en la imagen), uno de los principales expertos en cítricos de Italia. "El principal problema es que las clementinas comunes se pueden almacenar durante 45 días aproximadamente. El gran periodo de cosecha comienza el 10 de noviembre y continúa hasta finales de año".
Hace veinte años se iniciaron varios experimentos coordinados por el Instituto Experimental para la Citricultura (ahora CRA). "Los campos experimentales se iniciaron para hacer frente a diversas variedades de distintos países de la cuenca mediterránea, además de a algunas mutaciones de yema identificadas en Italia. Pudimos evaluar las diferentes características, tiempos de cosecha, susceptibilidades y resistencias.
La innovación de producto y de procesos son instrumentos necesarios para llevar a cabo estas mejoras.
Innovación de producto
Diversas variedades de clementina, tanto tempranas como tardías, se seleccionaron para poder ampliar el tiempo de producción de 45 días a 5 meses (de octubre a febrero).
Izquierda: árboles tardíos; derecha: árboles tempranos.
Un aspecto que a menudo no se tiene en cuenta es el potencial de la zona. "De hecho, lo primero que hicimos con algunas empresas fue ubicar el área que mejor podría exaltar las características de los diferentes cultivares. Existen muchos tipos de suelo y microclimas en la llanura de Síbari. Por ejemplo, el Hernandina es un cultivar tardío que se cosecha durante la segunda quincena de enero y puede almacenarse en frío durante más de un men a entre 7 y 8ºC con una humedad de entre el 85 y el 90% sin fungicidas ni productos químicos. Esto significa que el producto puede venderse hasta finales de febrero".
Calendario de maduración de los triploides, entre octubre y marzo.
Prácticamente toda la producción de la llanura de Síbari se cultiva con métodos de control integrado, y parte de ella es ecológica. El control integrado consiste en el uso racional de fertilizantes y productos para proteger la fruta de los parásitos.
"Los españoles utilizan muchos productos químicos: fertilizantes, pesticidas y herbicidas. De forma casi exclusiva, nosotros usamos maquinaria para ocuparnos de las malas hierbas". El hecho de que los españoles utilicen muchos productos químicos genera una serie de problemas medioambientales. El agua subterránea a menudo está contaminada con nitratos y hay muchos residuos.
Según Perri, la formación de los italianos y los españoles es diferente y, por tanto, también lo es la mentalidad. Los técnicos italianos se preocupan mucho por el medio ambiente y por la salud de los operadores y consumidores, por lo que "nuestras técnicas de cultivo son más respetuosas con el medio". La UE reconoce que los técnicos y productores italianos son los que más investigan y utilizan métodos sostenibles.
"Debemos destacar que la calidad de una fruta (sabor y características organolépticas) no dependen del calibre. Este concepto deben darlo a conocer los operadores y los envasadores. Debemos explicar a los consumidores que la calidad no depende del calibre".
Según el experto, otro aspecto fundamental es que alrededor del 70% de la fruta en Italia se destina al sector minoristas, que ahora es el principal canal de comercialización. "A menudo, los responsables de compra no conocen los diferentes territorios y su producción. De hecho, muchos ni siquiera saben que el sector citrícola está llevando a cabo un plan de renovación en Italia, pues tienden a pensar que es España quien lo hace. No obstante, hay que decir que España produce más que nosotros y es más dinámico".