En las instalaciones del Frischezentrum Essen, la empresa Liersch –con más de 40 años en actividad– es uno de los negocios más antiguos. Además del almacén y de la oficina contigua, también tienen una nave diagonalmente opuesta donde los empleados pelan y envasan los productos. "Hemos alquilado esa nave hace poco".
La comerciante Silke Liersch y la empleada Steuer
Aunque su padre comenzó con patatas peladas a mano, hoy en día el surtido consiste, principalmente, de productos acabados de todo tipo. "Esa es la tendencia; tenemos que ofrecer no solo patatas fritas, sino también salsas y productos congelados, así como bastones de hortalizas". Cuanto más variada sea la oferta, más diversa será la clientela. "Con un total de cuatro vehículos, servimos a restaurantes, servicios de catering, hogares, guarderías y cocinas comerciales de toda la ciudad", explica Silke Liersch.
Como hija de un comerciante de patatas, parecía que Silke estaba predestinada al mercado al por mayor. Tras comenzar a trabajar como empleada hace diez años, en 2015 por fin llegó el momento del relevo generacional. "Madrugar no me supone un problema. ¿Cómo es ese dicho? A quien madruga, Dios le ayuda". Para esta gerente de negocio, las relaciones personales con los clientes y la variedad son los mejores elementos de este trabajo. "Si tus clientes son agradables, es llevadero".
Normalmente, los clientes no tienen que preguntar cómo le va al propietario anterior, Manfred. "Mi padre viene todos los días y participa activamente". Actualmente, los pedidos solo se hacen por teléfono, fax y correo electrónico. Ahora mismo, el pedido por Internet no es una opción. "Mi hija de 25 años trabaja aquí también. Tal vez ella pueda ponerle remedio".
Una foto antigua en la que se ve a Silke Liersch y ha su padre Manfred (izda.), que ahora tiene 79 años
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