El experto, cuya empresa fundada en 2000 es una de las de mayor trayectoria de Europa, explica que en el pasado se crearon muchas firmas que buscaban el beneficio inmediato con esta tecnología y difundían la idea de que con el dron, en agricultura, “se podía detectar cualquier cosa de forma rápida y sencilla; y no es así”.
“El uso de drones en agricultura es un sistema complementario“, porque aporta más información, “pero no aporta toda. Sigue siendo necesario el trabajo de campo que es insustituible”, afirma.
Por eso, Santacana, con unos 20 años de experiencia en el ámbito de los VANT (vehículo aéreo no tripulado) o UAV (del inglés, “unmanned aerial vehicle”), incide en que el sector de los drones “tiene que ser capaz de transmitir un mensaje sólido y científico, para que el agricultor sepa si le conviene invertir en esta tecnología”.
De hecho, en lo que se refiere a la agricultura de precisión, para la que los drones “tienen muchas aplicaciones”, su potencial “está empezando ahora”.
En este sentido, explica que las aplicaciones a las que se podrá sacar más partido son las relacionadas con el uso de agua, fertilizantes y fitosanitarios para una aplicación precisa y en las dosis adecuadas, lo que redunda en un ahorro de costes, “optimizar” el uso de insumos para los cultivos.
“A veces, se logra mucha información interesante, pero difícil de explotar”, si no se dispone de la tecnología adecuada para que las recomendaciones se lleven correctamente a la práctica, insiste.
Y recalca la necesidad de invertir en los equipos y la maquinaria necesarios para que el agricultor pueda aplicar los insumos “con la precisión necesaria para sacar provecho de esa información”.