El refugio antiaéreo Old London se convierte en un huerto de hortalizas
A diez plantas bajo tierra, el empresario Dring y su socio Richard Ballard han convertido el túnel en una plantación de verduras. Cuentan con la ayuda de un chef con dos estrellas Michelin que les ayuda a asegurarse de que solo cultivan las verduras más sabrosas.
De acuerdo con Dring, este antiguo refugio antiaéreo es un lugar sorprendentemente bueno para el cultivo. “Es una especie de estupendo edredón aislante para el cultivo de verduras ahí abajo”, le explica Dring a Renee Montage, de Morning Edition.
¿Y cómo funciona? Así es como lo describe Dring: “Es como una mesa de trabajo cubierta por una esterilla, nosotros plantamos las semillas en esa esterilla. Entonces, bajo las luces, las raíces crecen en esa esterilla que está en la bandeja, y cada 12 horas se empapa la esterilla; el producto crece bajo las luces, así que no hace falta tierra”.
El Nourishmat (la esterilla), ideado por Square Foot Gardening, hace sencillo cultivar entre 7 y 9 kilos de verduras en un espacio reducido con una esterilla de plástico que sirve como guía de plantación.
La luz del sol, evidentemente, no llega a tanta profundidad, así que Dring y Ballard usan luces led como sustituto. Dring afirma que la iluminación led ha evolucionado tanto que puedes elegir elementos del espectro luminoso que simulen con exactitud la luz del sol. Estas luces necesitan energía, pero para asegurar que el proyecto sea realmente de “carbono cero”, la compran a una compañía que la obtiene íntegramente del sol y el viento.
En cuanto a lo que cultivan, Dring explica que tienen rúcula, lechuga y cilantro, hojas de mostaza y tatsoi. Algún día puede que también cultiven tomates, que Dring asegura que serán muy sabrosos aunque sean hidropónicos.
Además de su compromiso con el buen sabor, Dring afirma que tiene esperanzas en su éxito porque las verduras pueden llegar a los consumidores mucho más rápidamente que las cultivadas en una plantación.
“Es obvio que una vez que cortas el producto, empieza a degradarse en sabor”, explica Dring. “Nosotros podemos hacerlo llegar al mercado, desde la cosecha hasta el plato, entre cuatro y ocho horas. Normalmente suelen viajar unas 72 horas, incluso hasta cuatro o cinco días. Y eso es lo que es realmente interesante para nuestros clientes y mayoristas, lo que los está convenciendo”.
Fuente: npr.org