Los efectos de la sequía todavía se pueden sentir en la región del río Olifants, afirma un comerciante de uvas. "Las uvas tienen buen aspecto, pero su peso está por debajo de la media. Esperas unas 5.000 cajas por hectárea, pero cuando envasas te das cuenta de que tienes unas 3.500 por hectárea, así que los productores no están cumpliendo sus estimaciones, y es un efecto secundario de la sequía".
En la región del río Orange, la cosecha todavía va unos siete o diez días por detrás, lo que ha supuesto que algunos viticultores no hayan podido confeccionar tanto para el Año Nuevo chino como les hubiese gustado, en especial teniendo en cuenta que la celebración cae once días antes que en 2018. Estos volúmenes se cosecharon en la semana 51 para inspeccionarse y enviarse en la semana 52. Además, no se han obtenido tantas uvas del calibre demandado por el mercado chino.
En los últimos años, en este periodo se han ido imponiendo las cerezas chilenas en el mercado frutícola chino, y este año, con todavía más contenedores de cerezas de camino a este mercado, seguramente no será una excepción. Las primeras cerezas han empezado a llegar, pero, según el comerciante, el verdadero efecto no será visible hasta que la mayoría llegue a las costas chinas, y después su impacto sobre las uvas (no solo en las sudafricanas, sino también australianas, peruanas e indias) es rápido.
"El preenfriamiento para China es muy duro para la fruta"
El protocolo de esterilización por frío para las uvas sudafricanas destinadas a China se ha citado como uno de los impedimentos para la calidad de la fruta, y algunos miembros del sector opinan que Crimson es el único cultivar capaz de soportar las 72 horas de preenfriamiento a -0,5°C. "La temperatura de tránsito, de 0,8°C, está bien, pero creo que es el preenfriamiento lo que más daños causa", apunta el comerciante. "Es muy duro para la fruta. Las células de los tallos de la uva se congelan y se ponen marrones porque la fruta se queda sin humedad. Las uvas llegan de los viñedos a unos 25ºC y en 48 horas las enfriamos poco a poco hasta que se acercan a los 0ºC, para evitar un shock. Sé que en algunas plantas de envasado fijan la temperatura de preenfriamiento en -2°C para que la fruta descienda a la temperatura correcta lo antes posible".
Canadá ha sido una sorpresa bienvenida. Aunque se habla de grandes cantidades de uvas americanas destinadas a ese mercado, parece que los comerciantes prefieren las uvas frescas a las almacenadas.
Hay mucha fruta en Europa y en el Reino Unido y, por varios factores, el mercado se encuentra bajo cierta presión. La gran cantidad de uvas de Perú y Chile y las muchas promociones puestas en marcha por las tiendas han tenido un efecto negativo sobre los precios.