La escasez de combustible en Venezuela ha paralizado a la agricultura. A la imposibilidad de usar la maquinaria agrícola accionada a motor se le suma la falta de camiones que recojan las cosechas de los campos. Esta situación está llevando a la industria agrícola al borde del colapso y amenazando con más hambre y desnutrición en una nación donde casi la mitad de la población ya consume menos de tres comidas al día.
Venezuela es una nación rica en petróleo. Pero años de mala gestión y corrupción en la industria petrolera, empeorados por las sanciones estadounidenses, han agotado las bombas de gasolina en un momento crucial. La falta de combustible es la última gota después de seis años de crisis económica bajo la presidencia de Nicolás Maduro, cuyas políticas de control de precios, expropiaciones y malversaciones estatales han eliminado al sector privado del país. Su represión de los opositores políticos y la retórica socialista han provocado la ira de la administración Trump, que ha impuesto sanciones severas a altos funcionarios y sectores económicos clave.
Como ejemplo de la debacle está el municipio de Pueblo Llano, ubicado en la Cordillera de los Andes en el oeste de Venezuela, que ha representado aproximadamente el 60 por ciento de toda la producción de papa y zanahoria en Venezuela. Pero la cosecha de este año es solo la mitad de 2018 debido a la escasez de gasolina y otros problemas como la falta de semillas y fertilizantes.
La principal asociación agrícola de Venezuela, Fedeagro, estima que el área sembrada con los principales cultivos del país se reducirá en un 50 por ciento este año. Y la producción de azúcar en el principal estado productor de Portuguesa se ha reducido a cinco millones de toneladas este año desde 12 millones en 2018, según la asociación local de cultivo de caña de azúcar.
Maduro ha respondido a la crisis agrícola prometiendo 35 millones de dólares en nuevos créditos agrícolas en mayo, un programa que Fedeagro dice que es lamentablemente pequeño y solo beneficia a productores cercanos al gobierno.
Los economistas dicen que el colapso de la producción nacional de alimentos será casi imposible de reemplazar con alimentos del exterior. A pesar de la necesidad, según Torino Capital, una firma de corretaje, las importaciones del país totalizaron solo 303 millones de euros en abril, un 92 por ciento menos que en el mismo mes de 2012.
El impacto de la escasez de combustible en los campos ya se siente en las ciudades. El precio de las zanahorias, papas y plátanos se ha más que duplicado en el principal mercado de alimentos al por mayor de Caracas en el último mes, superando incluso la tasa de inflación desbocada del país, estimada en alrededor del 26 por ciento al mes, según los operadores del mercado. Un saco de papas de 120 libras ahora cuesta cinco veces el salario mínimo mensual de Venezuela.