Un estudio sugiere que, cuando se las priva de agua o se las corta con tijeras, las plantas emiten una ráfaga de "gritos" entrecortados demasiado agudos para que los oigan los humanos. Cuando se reducen a un rango que el oído humano puede detectar, estos chasquidos inducidos por el estrés suenan como alguien bailando claqué sobre un plástico de burbujas.
Aunque los humanos no pueden oír estos chasquidos ultrasónicos sin ayuda tecnológica, varios mamíferos, insectos e incluso otras plantas podrían ser capaces de detectar estos ruidos en la naturaleza y responder a ellos, según informaron los investigadores el jueves 30 de marzo en la revista Cell. (Los mismos investigadores compartieron por primera vez su descubrimiento en 2019 en la base de datos de bioRxiv, pero el trabajo ahora ha sido revisado).
"Primero, grabamos plantas dentro de una caja acústica y desarrollamos algoritmos de aprendizaje automático para clasificar los sonidos grabados. Después probamos el sistema en un invernadero mientras controlábamos los parámetros fisiológicos de las plantas grabadas", explican los investigadores. "Grabamos plantas de tomate y tabaco bajo diferentes tratamientos: estrés por sequía, corte del tallo y controles, dentro de una caja aislada acústicamente".
Los investigadores se centraron en el rango de sonidos ultrasónicos (20-150 kHz) y descubrieron que las plantas emiten sonidos y que las plantas estresadas (tanto las estresadas por sequía como las cortadas) emiten significativamente más sonidos que las plantas de cualquiera de los grupos de control.
Los científicos sugieren que, en el futuro, los humanos podrían utilizar dispositivos de grabación e inteligencia artificial (IA) para vigilar los cultivos en busca de estos signos de deshidratación o enfermedad.
Investigaciones anteriores revelaron que las plantas sometidas a estrés por sequía experimentan un proceso llamado cavitación (en el que se forman burbujas de aire y se colapsan dentro del tejido vascular de la planta) que produce un sonido de estallido que puede ser detectado por dispositivos de grabación conectados a la planta. Pero no estaba claro si esos sonidos podían oírse a distancia, según explican los autores en Cell.
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