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En este invernadero islandés hay algo más que bananas

Es posible que el invernadero de bananas de la Escuela Islandesa de Horticultura sea el motivo por el que es más famosa esta institución educativa, pero hay mucho más en el campus de Hveragerdi, a unos 40 kilómetros al sureste de Reikiavik. Puesto que el país quiere ser más autosuficiente en materia de alimentación, se están llevando a cabo estudios de cultivo con luces led y con un uso óptimo del CO₂. Guðríður Helgadóttir (Gudridur Helgadottir) guio al equipo de HortiDaily y sus colegas durante la visita enmarcada en el viaje de empresa de Fresh Publishers.

En el invernadero de investigación de la Escuela Islandesa de Horticultura todavía se cultivan plantas de tomate, pepino y pimiento, pero Gudridur nos explica que los estudiantes ya se han marchado por las vacaciones de verano. El grupo de estudiantes de estas instalaciones es extraordinario. Si bien los adolescentes islandeses no se sienten muy atraídos por la horticultura, posiblemente por la dureza del trabajo agrícola en el riguroso clima islandés, esta institución está percibiendo un interés cada vez mayor entre personas de más edad. "La mayoría de los estudiantes rondan los 30 años, aunque tenemos alumnos de entre 20 y 60 años, y hasta de 70", explica Gudridur. "Muchos lo hacen como segundos estudios. Tenemos antiguos abogados, analistas informáticos e incluso exmiembros del congreso, antiguos fontaneros, etcétera. El calentamiento global y la importancia de la producción local de alimentos anima a la gente a migrar a nuestro campo".

Actualmente, Islandia es autosuficiente en pepinos e incluso exporta un poco a Dinamarca, las islas Feroe y Groenlandia. El nivel de autosuficiencia en el caso del tomate ha pasado del 70 al 55-60 por ciento, puesto que los productores se enfrentan a virus y optan por tomates más pequeños para satisfacer la demanda del mercado. Puesto que los pimientos tienden a ser difíciles de cultivar en invierno, el nivel de autosuficiencia es del 20-30 por ciento.

En el caso de las lechugas y las hierbas aromáticas, la superficie va en aumento. Entre los nuevos cultivos se incluyen las fresas e incluso una plantación de wasabi. "Con nuestros cultivos de patata a campo abierto y otros cultivos de raíces, podemos ser autosuficientes cerca de un año, pero este año los productores se han enfrentado al frío y a las tormentas, que han afectado gravemente a los cultivos de campo abierto".

Cultivar en Islandia supone cultivar en estas circunstancias. Incluso si los cultivos están protegidos bajo invernaderos, los productores deben enfrentarse de todas formas a altos niveles de luminosidad en verano y días cortos en invierno, combinados con fluctuaciones de temperaturas, nieve y tormentas. "A causa del calentamiento global, padecemos unas condiciones meteorológicas intensas", dice Gudridur. "El mayor factor de coste para los productores es la electricidad, puesto que necesitamos iluminar nuestros cultivos de octubre a finales de marzo, e incluso en verano los días nublados. Por lo tanto, aunque los costes de calefacción son bajos porque usamos el calor geotérmico y los costes energéticos no son tan elevados como en Europa, sigue siendo un factor relevante". La mayoría de los productores utilizan instalaciones híbridas en las que pueden usar el calor de las lámparas HPS en los meses más fríos.

Añade que también están investigando los espectros de luz utilizados en los cultivos. "Nuestros investigadores se han quejado de dolores de cabeza después de trabajar 40 o 50 minutos bajo iluminación led, y tenemos que ver cómo mejorar las condiciones de trabajo. Desconocemos si esto tiene efectos a largo plazo, pero deberíamos procurar no exponer a nuestros trabajadores a condiciones no probadas. Al fin y al cabo, ¿quién está dispuesto a perder la vista por el bien de la investigación? Es algo que hay que evitar a toda costa". Además, los costes laborales y el coste del CO₂ también son una preocupación. "Tenemos que competir con las fábricas de cervezas y refrescos por el CO₂ producido localmente, por lo que un área de estudio es cómo usar el CO₂ de la manera más eficiente posible".

Otro tema importante en estas instalaciones y en la horticultura islandesa es el manejo integrado de plagas, MIP. "Les enseñamos a nuestros estudiantes todo sobre el MIP, motivo también por el que el invernadero está abierto. Aprenden a solucionar los brotes sin fumigar. Gracias a que Islandia es un país remoto, tenemos menos plagas y enfermedades que otros países". Por último, pero no menos importante, se llevan a cabo pruebas de sustrato con pumita, un material islandés que se asemeja a la perlita, pero que es originario del volcán Hekla.

Tal vez el entusiasmo por la horticultura esté creciendo en Islandia, pero la Escuela Islandesa de Horticultura ha tenido dificultades para hacer frente a los costes. En parte, se debe a un cambio en la financiación del Gobierno y, en parte, a otros factores. Los daños sufridos por las instalaciones tras un terremoto en 2008, la crisis económica del país y una erupción volcánica han influido en por qué la renovación de las instalaciones se ha demorado más de lo previsto.

El campus se calienta con vapor procedente de fuentes termales a 110-130 grados centígrados, y parte de las instalaciones está equipada con un intercambiador de calor, pero el vapor fluye directamente por las tuberías de otra parte de las instalaciones. El agua rica en minerales daña y obstruye las tuberías y, en ocasiones, hay que introducir aire presurizado para que el vapor vuelva a circular. "Mantener nuestros invernaderos a una temperatura constante puede resultar complicado", reconoce Gudridur. "En nuestro invernadero de bananas, el objetivo es mantener la temperatura por encima de los 20 grados centígrados, pero la energía geotérmica fluctúa y, por lo tanto, también fluctúan la temperatura y la presión. Es como un adolescente malhumorado".

Entonces, ¿qué pasa con esas bananas? Bueno, también es una historia bastante interesante. Se cultivan en el campus desde la década de los 50, pero fueron uno de los cultivos con los que los productores intentaron averiguar qué variedades funcionaban mejor en sus invernaderos. Pronto descubrieron que las bananas no eran tan adecuadas como los cultivos anuales, tales como tomates y pepinos, por lo que las plantas se donaron a la Escuela Islandesa de Horticultura, en cuyo invernadero llevan ya 70 años. Además de servir de prácticas para los estudiantes, también llamaron la atención de muchos otros, como las escuelas locales. El invernadero contiene otras plantas tropicales interesantes, tanto perennes como higueras, cafetos y cítricos, y recientemente se ha obtenido el primer fruto del cacao tras 11 años de cultivo. Si consiguen cultivar también vainilla, que ocupa un lugar muy alto en la lista, un café helado islandés o un banana split islandés podrían figurar en el menú para el centenario de la producción profesional en invernadero, que se celebrará el próximo año.

Para más información:
Gudridur Helgadottir
University of Iceland
Tel.:+354 433 5000
Email: [email protected]

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