El grupo de investigación en Proteínas y Péptidos Bioactivos de Interés en Agroalimentación del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), trabaja para desarrollar nuevos biofungicidas para controlar hongos nocivos como Penicillium digitatum, el hongo causante de la podredumbre verde de los cítricos. También llamado ‘moho verde’, esta es la principal enfermedad tras la cosecha que provoca grandes pérdidas económicas a nivel mundial.
Para combatirlo, el grupo de investigación del IATA estudia las posibilidades de un tipo de proteínas antifúngicas denominadas AFP, producidas por hongos filamentosos. Y han descubierto que una de ellas tiene efectos múltiples frente a esta amenaza, dificultando la aparición de resistencias y permitiendo el desarrollo de nuevos antifúngicos.
El grupo de investigación, dirigido por José F. Marcos y Paloma Manzanares, ha publicado recientemente en la revista Microbiology Spectrum un trabajo donde describe el modo de acción múltiple frente a Penicillium digitatum de la proteína antifúngica AfpB: impide que el hongo pueda defenderse produciendo compuestos tóxicos (reprime los genes que codifican estos compuestos), provoca muerte celular programada (apoptosis celular) en el hongo; además, afecta a la síntesis de acetoína, un compuesto orgánico producto de la fermentación alcohólica que también contribuye a la actividad antifúngica de AfpB.
“La utilización de RNAseq para el estudio del mecanismo de acción de AfpB frente a Penicillium digitatum nos ha permitido conocer qué genes presentan una respuesta más fuerte, tanto de inducción como de represión, en presencia de dicha proteína, y, por tanto, qué rutas metabólicas asociadas a esos genes se ven más afectadas por la acción antifúngica de AfpB”, describe Paloma Manzanares.
Aplicaciones
Las infecciones causadas por hongos amenazan la salud humana y tienen un impacto negativo en la seguridad alimentaria, dañando la producción agrícola y provocando enfermedades en los animales. “Actualmente, solo hay disponibles unas pocas clases de fungicidas en el mercado”, apunta Sandra Garrigues, investigadora postdoctoral en el IATA-CSIC participante en este estudio. “Esto, unido a que el uso excesivo de fungicidas en la agricultura ha provocado el desarrollo de hongos resistentes, hace muy necesario obtener moléculas antifúngicas alternativas a las ya existentes y con un modo de acción diferente, para combatir los hongos patógenos humanos, animales y vegetales”, asegura la investigadora del CSIC.
“Las AFP, como es el caso de AfpB, ofrecen un gran potencial como nuevos biofungicidas para controlar estos hongos nocivos, y su aplicación sería posible en el ámbito de la medicina, la agricultura, la protección postcosecha y la tecnología de alimentos”, señala Manzanares.
Fuente: csic.es