La forma del plátano es curva y, aunque parezca normal porque los 12 kilos de plátanos que consumimos cada español de media al año tienen la misma forma, esconde detrás la victoria de la evolución durante miles de años ante la fuerza inherente de nuestro planeta, la fuerza de la gravedad.
Si te fijas bien en una piña de plátanos, quizás te llame la atención que crecen “hacia arriba”, luchando contra el campo gravitatorio terrestre. Y es que no se puede olvidar que los plátanos se originaron en mitad de la selva tropical, donde la penetración de la luz solar es muy escasa debido a la densidad de la vegetación.
Hoy en día las variedades de plátano comerciales no tienen semillas, pero las variedades silvestres debían de luchar por que sus flores y frutos recibieran la cantidad de luz del sol suficiente como para desarrollarse correctamente y poder realizar sus funciones; y para ello, los plátanos y sus inflorescencias –que se veían beneficiadas porque conseguían una mejor polinización– se vieron obligados a crecer hacia arriba, en contra del sentido de la gravedad.
Este esfuerzo que realiza la fruta por crecer en sentido contrario a la tierra apuntando hacia arriba, que recibe el nombre de geotropismo negativo, es el que produce precisamente su curvatura típica.
Fuente: elconfidencial.com