El escenario actual de los productores de aguacate y mango en Málaga ha dado un giro radical por culpa de la sequía. Uno de los muchos agricultores afectados es Antonio Sarmiento, de 85 años, que produce tropicales desde hace más de cuatro décadas y hoy, junto a sus cinco hijos, gestiona una finca de 20 hectáreas en Benamocarra.
La producción de Antonio ha pasado de 300.000 kilos de mango a 70.000 por la sequía, casi un 80% menos, y la temporada del aguacate viene incluso peor: son pocos, menudos y cuelgan de árboles con hojas casi secas. “Sin lluvia no podemos hacer más: quizá tengamos que cortar muchos ejemplares este invierno”, afirma su hijo David, de 50 años.
El ejemplo de los Sarmiento, desgraciadamente, no es la excepción. Es más bien la norma en un 2023 en el que el 90% de las explotaciones de la zona, de carácter familiar y con una extensión media de entre dos y tres hectáreas, han tenido pérdidas, según las cuentas del sector que –es necesario recordar– genera 15.000 empleos directos e indirectos en la comarca, donde se produce el 90% de producción nacional de mango y el 70% del aguacate.
Pablo Toré, de 40 años, que gestiona la finca de 11 hectáreas que su padre compró en los ochenta en Rincón de la Victoria, también sufre los estragos de la sequía. Cultiva mangos, pero también aguacates, de los que ha talado ya cerca de 700 ejemplares porque sus necesidades hídricas son muy superiores: 7.000 metros cúbicos de agua al año por hectárea frente a las 4.500 del mango.
Este año las cifras no le salen: su producción ha caído un 90% por la sequía y el calor, y acumula ya 60.000 euros de pérdidas.
Toré ya planea el futuro en el que apostará por nuevos cultivos en su finca, como la pitahaya, a la que apenas hace falta agua. “Yo es que no sé dónde está ese 10% de fincas que sí han sido rentables este año: no conozco a nadie a quien le haya ido bien”, lamenta.
Fuente: elpais.com