En total, y en un contexto de déficit productivo –no podemos olvidar que en la campaña 2022/23 se produjeron 785.000 t menos de naranjas en España respecto a la campaña anterior, un 20,9% menos de acuerdo con las cifras que plantea el Ministerio de Agricultura–, la importación española de naranjas entre enero y octubre de 2023 ha duplicado la del mismo periodo de la campaña 2021/2022 superando, según datos del Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales compartidos por FEPEX, las 228.000 toneladas. Una cifra elevada pero, ciertamente, alejada de la merma que se había producido y que había dejado de comercializarse.

“Por ahora, en lo que va de campaña 2023/24, parece que han llegado muy pocos contenedores de naranjas egipcias a España, y encima creo que están teniendo dificultades en la venta porque los mercados en este momento están muy parados”, explica un importador español. “En mi opinión, como este año había menos Navelina, ha habido gente que se ha lanzado con la importación de Navel porque pensaba que iba a haber un hueco, pero parece que la situación esta campaña es distinta”.
“Además, hay que recordar que, al contrario de lo que ocurre en verano o con las naranjas de zumo, en esta parte de la campaña –como es lógico, ya que España está en plena producción–, no podemos contar con las cadenas de supermercados. El no poder contar con el sector retail reduce en un 65% los canales donde poder vender y, probablemente, ese porcentaje sea superior, dado que el 35% restante, como es normal, compra también producto nacional. Aparte, hay que tener en cuenta que la gente tenía compradas Navelinas españolas a un precio elevado, y es bastante lógico que le dé prioridad a ese producto”.
“Por el contrario, mientras en Europa se ve mucha calma y no se ve que se lancen a comprar, en Sudamérica, en países como Brasil o Uruguay, estamos vendiendo las naranjas bastante bien”, señala.
“Si el tráfico marítimo no se restablece en el mar Rojo, puede haber una sobrepresión en el mercado”
En estos momentos, un acontecimiento que ha tensionado la logística marítima internacional, la crisis del mar Rojo, plantea una nueva pregunta, y es si todo el volumen de fruta que se mandaba desde Egipto a otros continentes podría llegar a desplazarse al mercado europeo. “Más o menos un 20% de la producción de Egipto va para Asia y, si el tráfico marítimo no se restablece, puede haber una sobrepresión en el mercado en las próximas semanas. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la fruta se cultiva en función de a qué mercado va destinada, porque no todos los países tienen los mismos LMR o las mismas sustancias activas permitidas”.

“Las naranjas que vengan aquí tienen que hacerlo conforme a la normativa europea”, remarca. “No se puede asegurar que pueda haber algún campo que no estaba cultivado específicamente para Europa, que fuera para Asia, y que ante la imposibilidad de llegar allí intenten hacerla entrar al mercado europeo; aunque con los controles que ya hay el riesgo de que pillen a quien intente hacerlo es alto”.
“Yo mismo trabajo con Egipto y estoy recibiendo un montón de mensajes, llamadas y whatsapps de productores egipcios ofreciéndome su fruta, pero solo seguiré trabajando con mis proveedores habituales, con los que tengo total confianza, justamente por no correr ningún riesgo en ese aspecto”.
“En este punto, hay que decir que, como establecen todos los acuerdos bilaterales, el comercio internacional es un ‘dar y tomar’, y si queremos exportar a países que también son productores de cítricos, tendremos que aceptar que esos países puedan entrar en Europa. Pero eso sí, en igualdad de condiciones”.

“Tenemos que proteger el sector primario europeo. Considero que, además de hacerlo por ser la forma de vida de miles de agricultores, ganaderos y pescadores, debemos defenderlo como sector estratégico. Europa no puede acabar dependiendo de terceros países como nos pasa con otros sectores: textil, microchips, etc. Cuando ocurre algo en otra parte del mundo, como lo vimos con la Covid y lo vemos ahora con la tensión en el mar Rojo, nuestra industria sufre desabastecimiento, paros, etc. Y con el sector primario hablamos de algo más serio aún: hablamos de alimentarnos. Vernos sin comida, eso sí que sería muy grave”.