"Nuestra temporada se ha caracterizado casi por completo por unas condiciones de cultivo más desfavorables. A finales de octubre tuvimos una semana de lluvias fuertes y persistentes, tras la cual hemos tenido cielos nublados durante casi toda la temporada", afirma John Gijbels, de Euro Gijbels. "Fue como tener el clima belga en España; condiciones para las que el cultivo en España, simplemente, no está adaptado".
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Estas condiciones meteorológicas han afectado directamente a la calidad y los volúmenes de las clementinas. "En las semanas posteriores a las lluvias, vimos que las Oronules se deterioraban más rápidamente y aparecían problemas como manchas y arrugas, lo que provocó que perdiésemos gran parte de la cosecha", continúa John. "Así que, de lo que se cosechó, solo se pudo comercializar un porcentaje limitado y una gran parte acabó suministrándose a la industria para la producción de zumo". Las variedades que llegaron después no han podido compensar las pérdidas sufridas con la Oronules. "No era posible empezar a trabajar enseguida con la Clemenules porque aún no se había completado el proceso de coloración, y como trabajamos principalmente con frutos con hoja, la maduración poscosecha no era una opción. Por tanto, tuvimos que ser selectivos con nuestra cosecha y eso limitó el volumen disponible. La calidad sigue siendo nuestra prioridad".
El resultado fue una oferta limitada durante los meses de noviembre y diciembre, que suelen ser los más importantes para las ventas de clementinas. "Como todo el mundo ha tenido que lidiar con estos problemas, los volúmenes disponibles en el mercado han sido escasos. Con nuestra última variedad, Nadorcott, conseguimos más adelante recuperar algo de volumen, pero para entonces, por supuesto, la temporada ya casi había terminado".
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© Euro Gijbels El cultivo de hortalizas también se ha visto afectado por las condiciones meteorológicas extremas, "cuyas consecuencias no siempre son inmediatas. Las abundantes inundaciones en algunas parcelas hicieron que las plantas experimentaran un estrés prolongado. Hubo también una parcela que acabó completamente arrasada por una corriente de agua", explica John.
En general, las horas de sol ayudan con la recuperación, pero estas tampoco llegaron debido a la persistente nubosidad. "Como resultado, el agua permaneció demasiado tiempo en el suelo y el crecimiento se ralentizó. En el caso concreto de la coliflor, esto generó problemas. Sufrimos retrasos de varias semanas y la última variedad tampoco sobrevivió. El resultado fue una escasez general de producto disponible".
Mirando al futuro con moderado optimismo
"Podemos hablar de una temporada complicada", concluye John. "Pero esperamos una buena temporada de verano, sin extremos, con volúmenes normales y constantes con los que podamos cubrir bien las necesidades de nuestro mercado. En cualquier caso, las perspectivas parecen buenas por ahora".
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John Gijbels
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