Tras doce días de intensos y mutuos ataques entre Irán e Israel, durante los cuales el mundo entero contuvo la respiración en previsión de posibles repercusiones dramáticas como el cierre del estrecho de Ormuz o un conflicto prolongado, el 24 de junio se alcanzó un alto el fuego que calmó la situación. "Las cosas han vuelto a la normalidad en Irán, incluidas las exportaciones agrícolas", afirma Hadi Mirzaei, director general de Darya Noosh Payab Trading.
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Varios exportadores e importadores de productos iraníes denunciaron un estancamiento durante la guerra, debido principalmente a las interrupciones logísticas, la lentitud de los trámites aduaneros y la desconfianza de los clientes internacionales. Mirzaei afirma: "Las exportaciones retomaron su curso normal el segundo día tras el alto el fuego con el restablecimiento de los vuelos de carga. Los envíos por carretera y mar no se habían interrumpido durante la guerra".
"Conseguimos mantener unos precios estables y razonables y mantener el suministro. En cuanto a la producción, no hubo pérdidas de productos ni interrupciones del suministro. Como resultado, no hubo escasez de productos frescos iraníes en el mercado internacional", prosigue Mirzaei.
Sin embargo, los exportadores iraníes se enfrentaron a la reticencia de los clientes, que preferían no correr riesgos. Según el exportador, "algunos clientes prefirieron suspender sus pedidos y esperar a ver cómo evolucionaba la situación, pero su número es limitado y la demanda se mantuvo normal".
Otro efecto de la guerra que aprehendieron los exportadores iraníes está relacionado con los costes financieros. "Sufrimos una subida del tipo de cambio, pero no fue tan grave como nos temíamos. Lo más importante es que no tuvimos que recurrir a otras divisas o métodos de pago. La situación bancaria se mantuvo bajo control y estable durante toda la crisis", concluye Mirzaei.
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Hadi Mirzaei
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