El pasado fin de semana, Franklin Ginus —co-CEO de Fairtrasa International y exdirectivo de Chiquita— hizo un llamamiento para que se hable de la congestión en los puertos del norte de Europa. "Tiempos medios de espera de cuatro a cinco días pueden no parecer mucho, pero en nuestro negocio, un plazo así puede marcar la diferencia entre entregar un producto de máxima calidad o el rechazo de un cargamento entero".
Los retrasos tienen un impacto directo en la fruta fresca que Fairtrasa importa de Latinoamérica y África. "En el sector ecológico, la vida útil de los productos hortofrutícolas suele ser más corta. El año pasado lidiamos con retrasos persistentes que nos causaron un gran perjuicio. Contenedores de fruta con una vida útil de solo dos semanas llegaron a quedarse parados entre ocho y diez días. No podemos dejar a nuestros productores asumir ese riesgo y eso, como importadores, nos perjudica".

La reputación del sector también está en entredicho. "Estamos perdiendo credibilidad. Ya hay quien está optando por dejar de traer su carga a través de Róterdam. Y los retrasos siguen acumulándose. La gente suele señalar problemas de capacidad en el puerto, pero si, debido a ello, perdemos nuestra capacidad de respuesta, las condiciones dejan de ser justas. Hay todo tipo de proyectos en marcha, pero hasta ahora no hemos notado mejoría alguna. El almacenamiento no es una opción para nosotros; dependemos al 100% de los tiempos de llegada programados", lamenta Franklin.
Ginus también ve margen de mejora en el proceso aduanero. "Parece que hoy en día todos los contenedores se revisan en busca de drogas. Es comprensible, pero ¿por qué no se hace ya en el país de origen? Al fin y al cabo, dichos problemas se originan en la ruta que va de la plantación al puerto. Si los controles se hicieran allí, tendríamos muchos menos retrasos aquí".
Las relaciones con los clientes también se ven afectadas por los problemas de disponibilidad. "En nuestro sector, la fiabilidad de los tiempos de entrega es crucial. Las consecuencias no son solo económicas; afectan a toda la cadena, desde los productores a los clientes. Provoca más desperdicio de alimentos y limita las oportunidades de venta".
Según Ginus, la congestión portuaria es un problema sistémico complejo. "No es culpa de una sola parte, sino un desafío para todo el sector. Con mi llamamiento, espero que pueda iniciarse un diálogo abierto sobre cómo proteger la integridad del comercio hortofrutícola en estos tiempos inciertos. Espero que podamos intercambiar ideas y encontrar soluciones juntos. En nuestro sector, incluso unos pocos días marcan la diferencia".
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Franklin Ginus
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