El auge del consumo saludable y sostenible está transformando la industria alimentaria a nivel mundial, y México no es la excepción. La demanda de frutas, hortalizas y otros productos de origen vegetal con valor añadido —como el sello orgánico, el comercio justo o la trazabilidad— va en aumento, impulsada en gran parte por consumidores jóvenes dispuestos a pagar más por alimentos con impacto positivo.
Según informes internacionales como los de Toast POS, DoorDash y EatingWell, casi la mitad de los jóvenes entre 20 y 29 años prioriza alimentos orgánicos o de origen sustentable, mientras que más de un tercio da preferencia a ingredientes locales y a marcas que promueven la reducción del desperdicio.
En este contexto, la producción orgánica mexicana ha mostrado un crecimiento sostenido. Datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) indican que actualmente hay más de 48.000 productores orgánicos certificados en el país, la mayoría de pequeña escala, que cultivan en cerca de 247.000 hectáreas distribuidas en las 32 entidades federativas.
José Luis Lara de la Cruz, director de Inocuidad Agroalimentaria y Control Orgánico del Senasica, destacó que México es uno de los países más competitivos en este sector, gracias al trabajo conjunto con organismos de certificación y al cumplimiento estricto de la Ley de Productos Orgánicos. Esta normativa regula cada etapa del proceso productivo, desde la selección de semillas hasta la comercialización final.
México ocupa actualmente el segundo lugar mundial en producción de café orgánico y en recolección silvestre, y el tercero en frutas tropicales orgánicas. En total, más de 300 productos vegetales cuentan con certificación orgánica, entre ellos plátano, aguacate, mango, naranja, cacao, maíz, café, hierbas aromáticas, xoconostle y pimienta.
El mercado también apunta al crecimiento de alimentos funcionales, una categoría que agrupa productos vegetales con beneficios adicionales para la salud, como aquellos que favorecen la digestión, el sueño o el sistema inmunitario. Se espera que la demanda de snacks ricos en fibra, bebidas fermentadas o jugos prensados en frío crezca a doble dígito en 2025, de acuerdo con el reporte de EatingWell.
Este escenario impulsa la innovación en la industria, que responde combinando sabor y funcionalidad. Alimentos frescos, locales, con menor impacto ambiental y mayor valor nutricional se posicionan como elementos clave en la elección del consumidor.
Frente a este panorama, la trazabilidad, el origen y las prácticas agrícolas sostenibles ya no son atributos opcionales, sino factores decisivos para competir en el mercado nacional e internacional.
Fuente: eleconomista.com.mx