En Bocas del Toro, las plantaciones de banano muestran signos de abandono. Las hojas marrones de los tallos evidencian la propagación de la sigatoka negra, enfermedad que puede reducir hasta en un 50% el rendimiento de los cultivos. La situación coincide con un retroceso en las exportaciones: entre enero y mayo de 2025 el valor FOB de los envíos de banano totalizó 52 millones de dólares, 253.000 menos que en el mismo periodo de 2024, según cifras de la Contraloría General de la República.
Aunque el gobierno atribuye la caída a las protestas sociales de marzo y al cierre de operaciones de Chiquita Brands International, productores independientes sostienen que la tendencia a la baja ya venía de años anteriores. El primer cuatrimestre de 2025 cerró incluso por debajo de los niveles de 2021, cuando las exportaciones alcanzaron 56 millones de dólares.
En Bocas del Toro, cerca del 90% de la producción bananera pertenece a Chiquita Brands, con unas 7.000 hectáreas en explotación. El productor independiente Luis Nuques, quien arrienda 192 hectáreas a la compañía, asegura que la situación se agravó tras la compra de la transnacional por parte de los grupos brasileños Coutrale y Safra. Según afirma, la nueva administración desconocía el negocio y negoció en condiciones desfavorables con los sindicatos, lo que elevó los costos.
La huelga convocada por el Sindicato de Trabajadores de la Industria del Banano Agropecuario y Empresas Afines (Sitraibana) el 28 de abril de 2024 paralizó las operaciones, impidió la exportación de 450.000 cajas y generó pérdidas estimadas en 75 millones de dólares. En ese contexto, Chiquita decidió liquidar a 5.000 trabajadores y suspender operaciones el 22 de mayo, con el anuncio posterior de su salida definitiva del país.
El gobierno panameño ha señalado que el presidente José Raúl Mulino buscará, en una visita a Brasil el 28 de agosto, dialogar con los dueños de Chiquita para evitar el cierre. Sin embargo, diversos sectores cuestionan la falta de transparencia en las conversaciones mientras las plantaciones permanecen desatendidas y bajo riesgo sanitario.
De acuerdo con el contrato de arrendamiento renovado en 1998, la empresa tiene la obligación de dar un mantenimiento básico a los activos hasta la finalización del acuerdo. No obstante, Nuques advierte que el abandono de las fincas facilita la propagación de la Sigatoka negra hacia cultivos de plátano de pequeños productores que carecen de recursos para costear fumigaciones aéreas.
Para los bananeros independientes, la huelga no fue la causa real del cierre, sino un argumento de la compañía para justificar su salida. "Han ocurrido huelgas más grandes, inundaciones, terremotos y crisis sociales, y nunca se habló de cerrar. Chiquita ya enfrentaba problemas económicos y ahora busca retirarse bajo el pretexto de fuerza mayor", sostuvo Nuques.
Mientras no se concrete la salida definitiva de la transnacional ni se llegue a un acuerdo sobre su posible continuidad, ninguna otra empresa puede ingresar a operar en la zona, prolongando la crisis del sector en Bocas del Toro.
Fuente: laestrella.com.pa