Tras el éxito alcanzado por el arándano, la uva y el cacao, el Perú busca nuevos cultivos con los que pueda replicar esa experiencia. Uno de los segmentos con mayor proyección internacional es el de los frutos secos, un mercado que en 2024 movió alrededor de US$ 66.000 millones, muy por encima de frutas frescas en las que el país ya es protagonista, como el arándano (US$ 6.700 millones), la uva (US$ 12.600 millones) o la palta (US$ 9.300 millones).
Se espera un crecimiento anual cercano al 5,5% durante los próximos ocho años, por lo que se superarían los US$ 112.000 millones en 2033. El impulso responde a la tendencia hacia el consumo de alimentos saludables y al desarrollo de productos derivados. La producción, sin embargo, sigue siendo vulnerable a factores meteorológicos, especialmente en países con sistemas menos tecnificados.
En el Perú, la presencia de frutos secos en la canasta exportadora aún es incipiente. La nuez de Brasil es el único con envíos de cierta magnitud —unos US$ 40 millones—, aunque existen iniciativas para escalar otras producciones. El potencial es significativo: el país cuenta con experiencia en cultivos intensivos en zonas áridas, tecnología de riego por goteo y vínculos comerciales con los principales mercados. Un caso ilustrativo es China, que produce unas 800.000 toneladas de frutos secos, pero debe importar otras 500.000 para cubrir su demanda. Su abastecedor principal es California, región que comparte condiciones agroclimáticas con áreas como Piura.
Con un valor de exportaciones de US$ 7.260 millones en 2024 y una producción global de 1,5 millones de toneladas, la almendra se posiciona como el fruto seco más comercializado. Estados Unidos domina el negocio con el 66,5% de las exportaciones (US$ 4.800 millones), seguido por España (13,4%) y Australia (6,5%).
El modelo productivo varía según la región: mientras en California y Australia predominan las grandes extensiones mecanizadas y el uso intensivo de riego por goteo, en España la producción está más fragmentada en pequeñas explotaciones familiares organizadas en cooperativas. Esto último genera una calidad menos uniforme y presión sobre los recursos hídricos. Las variedades de mayor demanda son Nonpareil y Carmel (EE. UU.), frente a Marcona y Largueta (España), más sensibles a fenómenos meteorológicos. La sequía redujo en casi 19% la última campaña española, mientras que en California el impacto fue menor gracias a la eficiencia tecnológica.
Los anacardos alcanzaron exportaciones por US$ 7.548 millones en 2024. Vietnam concentra casi la mitad del comercio mundial, seguido por Costa de Marfil con el 16%. La producción depende mayoritariamente de pequeños agricultores, pero son grandes agroindustrias las que procesan y exportan.
El pistacho superó los US$ 4.485 millones; Estados Unidos aportó el 56% e Irán cerca del 15%. China es el mayor comprador, con importaciones de más de US$ 869 millones. La producción se organiza en grandes plantaciones mecanizadas en California y en sistemas mixtos en países como Irán o Turquía.
Otros frutos secos completan el panorama: nueces (US$ 3.586 millones), avellanas (US$ 2.545 millones), nuez de Brasil (US$ 346 millones) y castañas (US$ 287 millones). La diversidad de cultivos evidencia que se trata de un rubro con múltiples puertas de entrada.
Para el Perú, que ya enfrenta los desafíos de la sobreoferta y la caída de precios en algunos de sus productos estrella, la diversificación hacia los frutos secos representa una alternativa estratégica.
Fuente: freshfruit.pe