
Este cambio en el sistema de trabajo hortofrutícola en Chile está haciendo que pequeñas y medianas empresas se vean familiarizadas con la adquisición de herramientas modernas, por lo que lograr un buen balance entre el precio y la calidad es vital para el proceso de industrialización. “El agricultor al que le empieza a ir mejor sabe que tiene que tecnificarse para poder avanzar, como respuesta a la falta de disponibilidad de trabajadores. Todo esto, con propios recursos, porque no hay muchas subvenciones y solo algunas organizaciones que brindan apoyo en el proceso. Nosotros, como empresa comercializadora de maquinarias, nos vemos beneficiados con estos cambios, pues nos permite crecer y especializarnos en las nuevas tecnologías”, afirma Yáñez.

“En estos momentos, experimentamos un gran favoritismo por equipos provenientes de empresas holandesas. La mayoría de fabricantes ofrecen productos ya predeterminados y es el comprador el que tiene que adaptarse, no hay un esfuerzo para lograr una adaptación. Pero los fabricantes neerlandeses tienen una mentalidad más flexible que facilita nuestro trabajo y el del agricultor. Si bien Holanda en términos geográficos no tiene una gran similitud con nuestro territorio, pero es país un país pequeño en superficie, altamente especializado y productivo que podemos tratar de adaptar sus métodos productivos y equipos. Si esta tendencia continua así, más del 50% de la maquinaria que se emplea en los campos de cultivo será de origen holandés”, asevera el representante de la empresa chilena.