Para el estudio, publicado en PLOS ONE, los investigadores querían descubrir qué factores en la producción de cultivos estaban relacionados con los brotes de salmonela en el tomate. En concreto, querían saber cómo afectaban los niveles de riego, los tomates anegados y los genotipos de cultivos y genotipos patógenos a la capacidad de la salmonela para multiplicarse en el fruto.
Cultivaron tres tipos de tomates —Bonny Best, Florida-47 y Solar Fire—durante tres temporadas de producción a lo largo de dos años en Live Oak y Citra (Florida, Estados Unidos). Los tomates habían sido cosechados e inoculados con siete cepas de salmonela.
Esas tres variedades fueron escogidas porque en experimentos de invernadero preliminares mostraron grados variados de resistencia a la salmonela, como explica Max Teplitski, profesor asociado de Ciencias del Suelo y Ciencias Hidrológicas. La Bonny Best es una variedad tradicional, a menudo utilizada como variedad de control en experimentos de patógenos vegetales. La Florida 47 y la Solar Fire son variedades más recientes, muy cultivadas con fines comerciales en el sudeste del país.
Los descubrimientos muestran que determinados cultivares combinados con condiciones más secas y soleadas colaboran para aumentar las posibilidades de que se propague la salmonela. Cambiar los patrones de riego produjo pocos cambios en el potencial de propagación de la salmonela.
La madurez del tomate y el cultivar, ciertas cepas de salmonela y las diferencias estacionales fueron los factores más fuertes que afectaron a la proliferación. Los tomates maduros eran más vulnerables que los tomates verdes.
Fuente: futurity.org