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Los tubérculos cosechados se encuentran en proceso de lavado y pesado. La conclusión tras la cosecha de la primera maceta es que los suelos lunar y marciano han producido aproximadamente la mitad que el suelo terrestre, aunque todavía quedan muchas macetas por cosechar. "Hemos plantado todos los cultivos cinco veces". Después, las hortalizas se analizan para averiguar sus contenidos de vitaminas, flavonoides y alcaloides.
Wieger Wamelink corta con cuidado las hojas de las plantas para determinar su peso. "Estos restos se añaden al suelo para la próxima temporada de cultivo. El material orgánico contiene nutrientes, como el nitrógeno, y mejora la estructura del suelo". El suelo lunar, de color gris oscuro, y el suelo marciano, de color rojizo, no contienen sustancias orgánicas de forma natural. El simulador de suelo lunar posee aproximadamente la misma composición que el suelo lunar transportado hasta la tierra por las misiones Apollo. "Es bastante polvoriento", comenta Wieger Wamelink. Este suelo simulado es originario de Arizona, mientras que el suelo marciano procede de una región volcánica de Hawái. Su composición es aproximadamente la misma que la de las muestras de sus respectivos cuerpos celestes.
Además de las patatas, en los invernaderos de la Universidad de Wageningen se cultivan rúcula, judías, tomates, centeno, berros y otros cultivos. Junto con las patatas, serán los ingredientes de un banquete especial de cuatro platos que se celebrará el 30 de agosto para los patrocinadores del proyecto de micromecenazgo.