“La fibra y otros compuestos bioactivos de los alimentos vegetales evitan la disbiosis intestinal provocada por una dieta rica en grasas”, explica Edralin A. Lucas, doctor y profesor de ciencias de la nutrición en la Universidad Estatal de Oklahoma e investigador principal del estudio. “El mango es una buena fuente de fibra y otros estudios han confirmado sus propiedades antiobesogénicas, hipoglucémicas e inmunomoduladoras. Este estudio con animales sugiere que añadir mango a la dieta podría ayudar a regular la salud intestinal y mantener los niveles de bacterias intestinales beneficiosas, y será necesario seguir investigando para ver si también puede aplicarse a los humanos”.
En otros estudios, se encontraron menos bifidobacterias en los individuos obesos y con diabetes de tipo 2, así como en estudios animales con bacterias Akkermansia, y se han relacionado las dietas ricas en grasas con la disbiosis intestinal, es decir, el desequilibrio de las bacterias dentro del tracto intestinal.
El tratamiento dietético rico en grasas con un 10% de mango (aproximadamente 350 ml de mango fresco cortado) resultó ser el más eficaz para evitar la pérdida de bacterias beneficiosas sin disminuir el peso corporal ni la acumulación de grasa. Concretamente, mejoraron los niveles de bifidobacterias y Akkermansia, así como la producción de ácidos grasos de cadena corta, que poseen muchos efectos beneficiosos, como propiedades antiinflamatorias.
El mango contiene antioxidantes y más de 20 vitaminas y minerales diferentes, y es una buena fuente de fibra. Aunque ya se conocían sus propiedades antiinflamatorias y digestivas, todavía no se habían investigado sus efectos sobre la flora intestinal.