Según Felix Molenaar, de la empresa homónima de la localidad holandesa de Haarlem, el mercado de la patata de mesa se encuentra bastante tranquilo. "No es inusual esta situación a principios del verano, pero en realidad ya lleva siendo así desde febrero. Entonces tuvimos temperaturas de 20 grados o más durante diez días y cesó el gran consumo de patatas. Así es como terminó repentinamente la temporada de los estofados y ni en el mes de marzo el consumo de patatas de mesa ha regresado al nivel de invierno. El comercio de patatas para freír va muy bien, al igual que los productos de conveniencia a base de patatas. Pero para las patatas de mesa ha sido un mercado difícil".
"Los medios de comunicación que no cesaron de comentar que las patatas eran tan caras tampoco ayudaron a las ventas. Ha sido un año de patatas más caras, pero no es que las patatas se convirtieran en un producto que no se pueda pagar. De hecho, en las tiendas la gente apenas lo notaba”, observa Félix. "Mientras tanto, la oferta de patatas nuevas crece cada día. El mercado estaba vacío y por ello pudimos mantenernos en un buen nivel durante mucho tiempo, pero, en mi opinión, es una burbuja que está a punto de estallar".
"Con este tiempo de días oscuros y de vez en cuando un chaparrón disfrutamos de unas condiciones de cultivo fantásticas. Si continúa así, los rendimientos serán muy diferentes a los de otros años. En Europa habrá muchas patatas disponibles. Por ejemplo, Francia y Bélgica han tenido una considerable expansión de la superficie de cultivo. Por otro lado, todavía puede pasar de todo, desde una sequía hasta exceso de lluvias o heladas. Además, las ventas dependen principalmente de nuestros mercados vecinos. Al fin y al cabo, dependemos de la exportación", concluye Félix.
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