En Mallorca se ha practicado tradicionalmente una agricultura de subsistencia en la que el cultivo de especias tenía mucha importancia, como el pebre bord para la elaboración de la sobrasada y el azafrán para los guisos. Ahora, después de un tiempo olvidado, se ha vuelto a impulsar la producción de esta última, el azafrán, y cada día son más los agricultores que lo siembran en la isla. Incluso algunas entidades como APAEMA (Asociación de la Producción Agraria Ecológica de Mallorca) organizan cursos para dar a conocer y extender su cultivo, cuya recolección comenzó a finales de octubre.
Como explica Pep Servera, un agricultor mallorquín de azafrán, esta planta prefiere terrenos calcáreos permeables, ligeros, de baja densidad, bien regados y drenados con un alto contenido de materia orgánica.
Los bulbos se plantan en julio y agosto a un palmo de profundidad y separados 10 centímetros, indica. Este es un cultivo de secano y solo se riega en marzo y septiembre. Del bulbo subterráneo nacen unas hojas alargadas como cintas y unas flores con seis pétalos violáceos, tres estambres y un estilo dividido en tres hebras de un rojo intenso: estas hebras son las que se aprovechan para la elaboración del azafrán.
Durante un periodo de floración de entre una y dos semanas a finales de octubre, las flores salen al alba y tal como va transcurriendo el día se marchitan. Cada bulbo puede dar de 5 a 15 flores en una cosecha. Aproximadamente 150 flores juntas proporcionan un gramo de azafrán secado, por lo que para conseguir un kilo son necesarias 150.000 flores.
"Los bulbos se pueden tener un par de años sembrados en el mismo lugar, aunque cada cuatro años conviene arrancarlos, separando los nuevos para volver a empezar el ciclo", señala.
Fuente: ultimahora.es