Aunque a gran distancia de Huelva, que concentra más de un 96% de la producción española de fresa y fresón, los últimos datos de producción, superficie y rendimiento de cultivos compartidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación sitúan a Canarias como la segunda mayor zona de producción de fresas de España; una región que no por tener unas características climáticas y geográficas diferentes está siendo ajena al mismo problema que están sufriendo los productores onubenses.

“Este está siendo un año muy atípico en cuanto a producción y a ventas. En el Valle de Valsequillo, en Gran Canaria, se cultivan unas 35 hectáreas en las que se producen 1.200.000 kilos de fresas al año. La fruta se consume en Canarias; mandamos algo entre las islas, pero no podemos exportar porque nuestros gastos en producción son muy elevados”, explica Juan Miguel Gil, gerente de Finca La Palma.
De hecho, son “abismales respecto a los de la península”, ya que todos los insumos, desde los cartones a los plásticos de los invernaderos, vienen de fuera de las islas. “El agua es otro gasto de producción importante. Escuchamos que en la península están teniendo problemas por el precio del agua, pero hay que recordar que aquí pagamos un euro por metro cúbico de agua de riego”, señala Juan Miguel.

“Este año, además, se ha sumado el hecho de que estamos produciendo en torno a un 30% menos de fresas, al igual que lo que ha comunicado hace poco Freshuelva”, comparte el también presidente de Frescanarias, “y creemos que el problema parte de los viveros de plantas de fresas de las zonas frías de la península”. Porque, como recuerda Juan Miguel, “aquí en Canarias no hay viveros de fresas, por lo que todas las plantas que se cultivan, como las que se cultivan en Huelva, vienen de allí”.

“Al prohibir el Gobierno los productos para la desinfección de suelos no solo hemos tenido que dejar de usarlos nosotros, sino también los viveros, y pensamos que ese ha sido el problema, al igual que el de la mortandad de plantas. En Huelva han comunicado que han tenido que reponer un 20% de las raíces que plantaron, y eso que están a un día de distancia en camión de los viveros; nosotros estamos a 12 días de viaje, y las pérdidas de plantas han sido de un 30%, teniendo en cuenta que es mucho más difícil reponer. Si he comprado 100.000 plantas y se han muerto 30.000, eso significa que he perdido al final unos 60.000 euros, porque el hueco que deja la planta ha gastado ya el mismo abono, el mismo producto y el mismo trabajo que si la planta hubiera estado”.
“En marzo llegan a Canarias las fresas de Huelva y tumban el mercado”
Todo esto ha llevado a los productores de fresas canarios a producir menos y con retraso. “En enero y febrero se consiguen buenos precios en el mercado, pero si no se aprovechan esos meses, en marzo llegan a Canarias las fresas de Huelva y tumban el mercado con unos precios con los que la fresa canaria no puede competir por los costes de producción. Desde Frescanarias conseguimos que se pusiera un AIEM del 5% para la fresa de la península, pero aun así el precio al que tenemos que vender nuestras fresas para cubrir gastos sigue siendo mucho más alto”.

Esta dificultad es común no solo para los productores de fresas de Valsequillo, sino para todos los agricultores canarios, que se enfrentan a los sobrecostes inevitables de la ultraperiferia y la doble insularidad. “Vivimos en un paraíso, pero tenemos este problema”, indica, “y lo peor es que cada vez hay menos agricultores. Hace 15 años, delante de mi finca había parcelas sembradas con papas, con millo, había animales... hoy en día lo único que ves es desierto. Yo tengo 46 años y ya sé que nadie va a quedarse con mi finca cuando me jubile, porque ser agricultor en Canarias es cada vez más difícil. Además”, recuerda Juan Miguel, “mientras un banquero, que está sentado en un despacho, se prejubila a los 50 años, un agricultor que trabaja de sol a sol de lunes a domingo se jubila a los 67”.

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