La campaña del boniato ha arrancado en la comarca noroeste de Cádiz con la siembra de los plantones en un momento de gran incertidumbre por la sequía, que, además, coincide con el anuncio de la importante reducción de las dotaciones de riego para los próximos meses por parte de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. No obstante y por desgracia, el agua lleva escaseando demasiados meses en Andalucía y ya dejó un impacto considerable en la producción de boniato la campaña pasada. “Hubo bastantes kilos menos porque no hubo agua suficiente para terminar los cultivos. La calidad no fue la misma por ese mismo motivo, aunque los precios se situaron en torno a un 15% por encima de los del año anterior”, recuerda Antonio del Moral, de Agroalgaida.

“Sin embargo, ese mayor precio no ha compensado la bajada de producción ni el incremento de los costes, que ha estado entre el 30 y el 35%. Además, hemos tenido la competencia de Egipto pero también los problemas en los controles de calidad de los supermercados”, comparte Antonio.
“Un boniato no es como un mango, que tiene una forma concreta, siempre redonda; un boniato es un tubérculo y crece debajo de la tierra con diferentes formas y calibres, y entonces nos encontramos con que la distribución pone pegas al producto solo porque tenga una forma más alargada o porque no entre dentro del rango de calibres de 300 a 600 gramos que exigen las cadenas”.

“El boniato tiene ya de por sí un porcentaje de destrío muy alto del 30-35%, pero hay partidas en las que, tras los controles de las cadenas, el destrío sube al 60 o 70%. Por eso, si no funcionara la industria del boniato, su producción para fresco no sería rentable; este año, de hecho, los precios de la industria no han sido malos y quizás ese es el 14-15% que hemos sacado de más”.
Este año Agroalgaida sembrará un 25% menos de superficie de boniato que el año pasado porque no hay tierras con agua, y “la poca que hay, hay que distribuirla para los demás productos que cultivamos. Hacemos mucho calabacín blanco, zanahoria, patatas y también puerro”.

“Concretamente, hemos empezado ahora a cosechar puerro. El año pasado fue una ruina”, recuerda Antonio del Moral, cuando, después de todo el esfuerzo realizado para sacar adelante la producción, y todo el gasto económico y del agua que podía haber sido utilizada para otros cultivos que también la necesitaban, “tuvimos que arar los campos porque no hubo ventas. Esperemos que este año no se repita esa situación”.
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