Esta misma semana, el pleno de la Comisión de Desembalse de la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir acordó iniciar la campaña de regadío con un desembalse de 385 hm³ para el riego de los cultivos del Sistema de Regulación General, que, como detalla el propio organismo, está integrado por más de 345.000 hectáreas. Esta cantidad supone un descenso del 36% respecto al volumen desembalsado en la anterior campaña, cuando ya se redujo un 35,1% en relación con el aprobado en 2021.
Y es que la situación en la cuenca, a un crítico 25,2% de su capacidad, ha llevado a la comisión a reducir drásticamente las dotaciones de riego hasta el punto de reducir casi un 90% el volumen para los cultivos de mayor consumo de agua respecto a su dotación concesional, que pasará de 6.000 a 700 m³ por hectárea.
“La sequía que venimos padeciendo durante los últimos años está afectando de forma muy dolorosa al sector agrícola en Andalucía y más concretamente en la zona del Bajo Guadalquivir, tanto en su parte económica como en el estrés que persigue a los agricultores dada la incertidumbre que provoca a la hora de planificar cultivos”, explica Alberto Jurado, director general de la cooperativa sevillana Las Marismas de Lebrija.
“Venimos hablando desde hace años de las consecuencias trágicas de la falta de agua, tanto que este será el segundo año que nuestra fábrica de concentrado de tomate, que genera cientos de empleos cada año, no se pondrá en funcionamiento. Esto supone pérdidas económicas importantes para la Cooperativa Las Marismas de Lebrija, de jornadas de empleo para colaboradores y para toda la comarca del Bajo Guadalquivir, donde se ubican muchos de nuestros proveedores. De hecho, en estos momentos nuestra plantilla se encuentra en ERTE desde el 15 de diciembre de 2022”, recuerda Alberto.
“La dotación para riego general ha sufrido un recorte hasta los 700 m³ por hectárea. Por tanto, disponemos de una cantidad que hace inviable llevar a fin cultivos como el del algodón; ya no la recolección, sino incluso la siembra”.
“Hemos buscado cultivos alternativos con menores necesidades de consumo de agua, para comercializar con nuestros agricultores; además procuramos facilitar que aquellos agricultores con capacidad para producir algo de tomate puedan llevarlo a fin para que podamos mantener algunos clientes estratégicos, pero las cantidades que estimamos poder captar no llegan ni a un 3% de una campaña normal; y muchos agricultores han dejado la poca agua a disposición para el algodón para poder cobrar las ayudas. Aun así, nada de todo esto es suficiente en estos momentos por un factor totalmente externo a la gestión de la cooperativa: la sequía”.
“Desde Las Marismas de Lebrija buscamos soluciones, pero la comunidad de regantes del bajo Guadalquivir ya ha optimizado lo máximo posible la eficiencia de los riegos, por tanto, necesitamos ayudas por parte de las administraciones”, remarca Alberto Jurado. “Estamos de acuerdo en las medidas que están realizando para proteger la actividad agrícola como en el caso de Doñana. Pero ante la falta de agua no podemos seguir más tiempo sin protección: somos una cooperativa formada por más de 500 socios y 200 empleados atravesando un momento muy complicado”.
“La lluvia no ha aparecido en los últimos meses, ni tenemos previsto que aparezca, y tanto las cantidades como la calidad de las cosechas se verán mermadas, lo que deja sin garantías tanto a los productores como a la industria en general. Y es ahí donde esperamos que la Administración andaluza y estatal nos tiendan la mano, ya que el sustento de nuestra comarca está en juego”.
“Es urgente que las administraciones articulen medidas, que den o faciliten liquidez inmediata a los agricultores que han perdido sus cosechas, que no van a poder sembrar y, por tanto, no van a tener ingresos para sustentar a sus familias ni para hacer frente a las amortizaciones por las inversiones contraídas anteriormente, de maquinaria o de tierras”.
“Con dos años sin producir tomate concentrado y con campañas de algodón sin plenitud, queremos hacer un llamamiento nuevamente para que la Junta de Andalucía y los ministerios que gestionan la agricultura y la gestión de las confederaciones hidrográficas, el Ministerio de Medioambiente, nos miren, nos visiten, nos conozcan en persona y entienda que las pérdidas económicas y de empleo son también mayúsculas, con el riesgo futuro de no poder dar marcha atrás”.
“Nos ha costado no años, sino décadas construir una base de clientes estratégicos de nivel mundial que nos permite exportar entre el 50 y el 75% de nuestra facturación y, tras dos años como este, todo este legado está en peligro”, alerta Alberto. “En estos momentos hemos perdido nuestra condición productora; y hemos perdido poder adquisitivo. Son miles las familias que vienen sufriendo en los últimos años dada la situación de condicionantes externos. Ahora es el momento de que la Administración actúe, con un plan de medidas a medio plazo, pero también con una reacción inmediata que sirva de paliativo tanto a los agricultores como a la industria. Una situación así no se vivía en el sector desde el año 95 y las situaciones extraordinarias requieren de medidas extraordinarias para superarlas”.
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