La oferta en el segmento del tomate ha sufrido una innegable evolución en los últimos años, en los que se ha producido un amplio desarrollo varietal enfocado en tomates con características diferenciales, entre las que destaca uno de los factores más perseguidos tanto por los productores como por los consumidores: el sabor.
“Esa evolución en la oferta, de hecho, ha ido acompañando a las distintas etapas económicas del país y de Europa”, señala Juan Cruz, CEO del grupo especializado en tomate Newen Europe Fresh. “En 2013 salíamos de una crisis económica y ese crecimiento impulsó al sector en general y a nosotros en particular en Grupo Newen a ampliar la oferta de variedades de tomate en los lineales, saliéndonos de lo básico y buscando el sabor, que era la variable con la que se podía tener una mayor rentabilidad y que se estaba demandando”.
“En ese momento, sobre 2014, nuestra oferta llegó a los 14 tipos de tomates, todos ellos con texturas y sabores diferentes, específicos para cada uso, con la que tuvimos un crecimiento muy importante hasta la pandemia”, que, como explica Juan, supuso un punto de inflexión. “A partir de ahí se produjo un cambio en los hábitos de consumo; no solo en el ámbito de la alimentación”, remarca, “pero concretamente para el tomate ese cambio ha sido notable. Por eso, siempre focalizándonos en las exigencias de nuestros clientes, nos hemos centrado en trabajar en los 4 tipos más demandados: nuestros asurcados con sabor, el tomate cóctel Kamoneti y las variedades de tomate rama y pera”.
“Hay que saber adaptarse a estos cambios, saber leerlos y adecuar las estrategias a cada situación”, subraya el CEO de Newen, que comercializa sus tomates en la mayoría de las grandes superficies. “La gran ventaja del tomate es que existe una oferta para cada tipo de demanda; desde las variedades de grandes volúmenes a aquellas tienen algo diferente. Hoy tenemos la suerte de disponer de una amplia gama de oportunidades para comer de forma saludable, y eso es muy positivo para el consumidor”.

La realidad es que los últimos años han sido bastante convulsos para el tomate; y si cabe, más tras la pandemia. Además de esa dinámica diferente de los propios consumidores, llegarían nuevos elementos que marcarían la producción, entre ellos uno “que ha hecho mucho daño”, que es el virus rugoso del tomate, conocido por sus siglas en inglés ToBRFV.
“Grupo Newen fue la primera empresa que comunicó la presencia del virus en la región de Murcia en una de nuestras plantaciones a finales de 2021”, recuerda Juan. “Aun a riesgo de quedar señalados, era nuestra responsabilidad con la administración, pero también con nuestros clientes, comunicar que lo habíamos detectado, y gracias a haberlo hecho pudimos tomar las riendas de la situación”.
“Hoy en día ya no es ningún secreto que hay empresas afectadas por el virus, pero decirlo es responsabilidad de cada una de ellas. El virus se transmite por contacto, incluso los abejorros pueden pasarlo de unas plantas a otras, y los vecinos de las plantaciones afectadas pueden ver las suyas afectadas si no se toman las medidas oportunas”.
“Si no se toman cartas en el asunto, esto va a ser un problema porque en estos momentos ya es complicado. Nosotros hemos tenido fincas con dos años consecutivos de virus que nos ha obligado a quitar plantaciones en momentos concretos; no podemos dejar de producir, por lo que es una realidad con la que hay que vivir. La gran distribución y los clientes deben ser conscientes de esto, porque hay subidas de precios; de hecho, por segundo año consecutivo hemos batido récords, y deberían saber que no se debe a la especulación, sino al aumento bestial de costes que hemos tenido en los últimos dos años y al propio virus”.
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