Si bien la temporada de la ciruela ha sido meridianamente positiva en precipitaciones, por el contrario, ha sido una de las más bajas en lo que a acumulación de horas frío se refiere.
Un carozo como la ciruela D’Agen, idealmente, requiere sobre 500 horas frío (bajo 7° de temperatura) e ideal más de 600 para que se produzca una mejor floración, pareja, homogénea. “En la temporada 2023 en la mayoría de las zonas se alcanzó apenas entre 460 a 550 horas frío, claramente insuficiente, lo que probablemente llevará a una floración adelantada, entre 7 a 10 días”, explica Pablo Campino, miembro del Comité Técnico de Chileprunes y ejecutivo de Pacific Nut.

“El adelanto es una realidad. Ya se empiezan a ver botones florales en los huertos, mostrando que viene adelantada. El adelanto de la floración no es mala en sí, sino el que sea una floración más larga, dispareja, con un árbol en desequilibrio con el fruto en distintas etapas de desarrollo, muchas veces no pudiendo cuajar”.
“Sin embargo, la industria de la ciruela deshidratada, o gran parte de ella, tiene equipos profesionales, conocimientos y tecnologías que pueden ayudar a morigerar estos efectos”, agrega Campino. Por ejemplo, ya se tiene bastante experiencia en el uso de cianamida hidrogenada o rompedores de dormancia para obtener una correcta homogenización de los estados fenológicos.

Otro efecto negativo para el sector podrían ser las heladas de septiembre, aunque es probable que estas no se produzcan: así como la corriente de El Niño causó un aumento en las temperaturas promedio durante el invierno, también lo hará en primavera.
“Más bien, se esperan lluvias en septiembre y un efecto indeseado, que no se descarta sería un exceso de calor que deshidrate los tubos polínicos de la flor, impidiendo que aparezca el fruto. En cuanto a las lluvias de septiembre y octubre, que podrían acarrear problemas fitosanitarios, con hongos patógenos en el carozo como la Botrytis cinerea y Monilinia fructicola es importante adelantar la jugada y usar fungicidas que los detengan”.
“Sin duda, esta será una temporada de mucho aprendizaje y sin muchos precedentes, que nos dirá el cómo actuar a futuro frente al aumento de las temperaturas globales”, expresa.

“Lo importante”, añade, “es hacer bien el trabajo, lo que implica cumplir con un programa, mantener huerto bien regado y protegido de los vaivenes de la temperatura, sobre todo las altas, con buenos manejos de suelo y fertilización, así como el uso de cubiertas vegetales”.
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