Así lo estimó Gabriela Mercedes Crespo, responsable de investigación de nuevos cultivos de Agualima SAC e investigadora del Concytec, quien señaló que pese a la menor cantidad de horas frío, el estudio de la cereza se está dando principalmente en la costa norte peruana. En la sierra, si bien el frío es mejor, existen las limitantes de las lluvias y heladas, además de la complejidad logística que implica la falta de buenas carreteras.
“De acuerdo al requerimiento del cerezo, hemos visto que necesita de 18 a 24 grados en la etapa productiva, con humedad de más del 50% y buen crecimiento radicular en suelo franco o franco-arenoso. Según la variedad a estudiar, necesita de 400 a 900 horas de frío y de 600 a 800 horas de radiación solar”, explicó durante su participación en la 12 edición de la PEC Cherry Conference, desarrollada en la región chilena de O´Higgins.
En los ensayos que se están llevando a cabo, el brotamiento se da bien, con crecimiento radicular, pero el proceso de floración y cuajado aún no es muy bueno, con caída de frutos, aparición de frutos vanos y otros problemas. Además, la viabilidad de polen es baja, como en la variedad Lapins, que llega a 58%, y otras que están incluso por debajo, lo que necesita mayor investigación.
Agualima ha iniciado hace año y medio también un proyecto de cerezo con patrones Colt y Ácido, y diversas variedades. En este desarrollo, estima que establecer el manejo fenológico está hoy condicionado por la variabilidad climática, ya que este año se espera la ocurrencia de un fenómeno de El Niño, que cambia algunos parámetros. Aun así, destaca que en todas las iniciativas de este tipo en el Perú, ya se están logrando aprendizajes para el cuidado y aplicaciones, así como en cuanto a técnicas de polinización y pruebas con más variedades gracias a viveros que hoy cuentan con este portafolio.
Fuente: agraria.pe