La creciente demanda en Europa y Norteamérica de jengibre, cúrcuma y cítricos ha impulsado a los productores de la región de Pichanaki, en la selva central de Perú, a fortalecer su presencia en el mercado global. Con un enfoque en la exportación directa, buscan mejorar su competitividad y garantizar la trazabilidad del producto. Alemania, Países Bajos y Austria se han convertido en mercados importantes, donde los compradores priorizan la calidad y la certificación orgánica.
"El producto con mayor volumen con el que salimos el año pasado al mercado internacional es el jengibre fresco y sus derivados como el producto deshidratado y en polvo", explica Sofía del Río, gerente de comercio internacional de APASEM Foods. La empresa, que entre 2019 y 2021 abastecía a exportadores peruanos, en los últimos años ha apostado por la exportación directa, proyectando el envío de 120 contenedores de jengibre fresco y 50 contenedores de cúrcuma este año.
El mercado del jengibre es altamente competitivo, con China, Brasil, India y Costa Rica como principales actores. "Queremos diferenciarnos a través de la formalidad, la trazabilidad, calidad y certificación orgánica", afirma Del Río. La empresa cuenta con certificaciones orgánicas para EE. UU., Europa y Canadá, así como GlobalGAP, GRASP y BRC, y está en proceso de obtener Fair Trade.
Según Del Río, "la calidad se garantiza mediante un riguroso trabajo de campo, que incluye el análisis de los cultivos y la materia prima al momento de su recepción. Además, es fundamental mantener una trazabilidad precisa del producto y asegurar un proceso eficiente en la planta de producción".
Uno de los principales desafíos ha sido la volatilidad de los precios. "El año pasado fue bastante lento debido a los precios que se dispararon en el mercado internacional y la calidad no fue la esperada", menciona Del Río. Actualmente, el precio del jengibre orgánico se sitúa en 30 dólares por caja de 30 libras FOB, reflejando la fluctuación de la demanda global.
La industria enfrenta retos fitosanitarios con enfermedades como Ralstonia y Erwinia. Para mitigar estos problemas, la empresa implementa técnicas como la selección de semillas sanas, el análisis de suelos y semillas, así como la incorporación de materia orgánica y microorganismos eficaces para la regeneración del suelo.
"Estamos trabajando en la región Junín con el objetivo de desarrollar una variedad de jengibre más resistente a estas enfermedades, en colaboración con Proginger Peru, INIA y el Gobierno Regional de Junín (GORE Junín)", señala Herrera, presidente directorio de la empresa. Además, se están promoviendo prácticas agrícolas que mejoren la calidad del suelo y la productividad de los cultivos, incluyendo técnicas de reforestación y agricultura regenerativa.
"El jengibre peruano tiene un gran potencial por sus características únicas de aroma, sabor, calidad. Nuestra meta es mantenernos competitivos y responder a la demanda del mercado", señala Del Río. El sector agroexportador se enfrenta al cumplimiento de las regulaciones internacionales en certificación, calidad y trazabilidad. La adopción de prácticas sostenibles y la optimización de procesos productivos se han vuelto esenciales para responder a estos requisitos y garantizar la competitividad en los mercados globales.
"Además, factores como la volatilidad de los precios, las condiciones meteorológicas y las barreras logísticas continúan afectando la estabilidad del sector. La demanda en mercados como Europa y Norteamérica sigue en aumento, impulsada por consumidores que priorizan productos con certificaciones y procesos transparentes. Sin embargo, la competencia con grandes productores como China y Brasil obliga a los exportadores a diferenciarse a través de calidad y sostenibilidad", concluye.
Para más información:
Sofía del Río
APASEM Foods
Perú
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