En un contexto marcado por la búsqueda de nuevas opciones agrícolas frente a la caída de cultivos tradicionales como la remolacha, el maíz o la patata, las espinacas comienzan a consolidarse como una alternativa viable en la provincia de Salamanca. Actualmente, la superficie dedicada a este cultivo asciende a 98,71 hectáreas, según datos de la Junta de Castilla y León.
Uno de los principales impulsores de esta tendencia es Juan José Recio, agricultor e ingeniero agrónomo, que lleva cuatro años apostando por las espinacas en su explotación de Topas, donde ya cultiva 50 hectáreas. Recio destaca que se trata de un cultivo de ciclo corto —unos 50 días— con dos campañas al año, en abril y agosto, lo que exige una gestión muy precisa: "Al ser un ciclo tan breve, no hay margen de error".
El cultivo demanda una vigilancia constante, especialmente por la dificultad para controlar las malas hierbas debido a las bajas dosis de herbicidas permitidas. Por ello, es fundamental partir de suelos "lo más limpios posible". Las espinacas se integran en una rotación que incluye cereal y remolacha, contribuyendo a la sostenibilidad del sistema productivo.
La producción de Recio se destina a una fábrica en Badajoz que trabaja todo el año gracias al abastecimiento combinado desde Castilla y León y Andalucía, donde el ciclo comienza en noviembre y culmina en enero. En cuanto a rentabilidad, el agricultor considera que las espinacas ofrecen un rendimiento similar al del cereal de regadío, siempre que se cultiven en suelos homogéneos y de buena calidad, condición clave para un desarrollo uniforme.
Una ventaja añadida es el aprovechamiento de maquinaria agrícola ya disponible, excepto en la recolección, que requiere equipos específicos facilitados por la propia industria transformadora.
El cultivo de espinacas forma parte de un proceso más amplio de diversificación en la provincia. La superficie dedicada a acelgas también ha crecido, aunque de forma aún testimonial (7,84 hectáreas), mientras que la calabaza ha experimentado un aumento más notable, alcanzando las 120,15 hectáreas. La zanahoria mantiene su protagonismo con 252,59 hectáreas, seguida de la cebolla con 146,04.
Esta evolución responde a la necesidad de encontrar cultivos alternativos ante la reducción del cultivo de remolacha, motivada por los precios, y el temor a una sobreoferta de maíz y patata, debido al incremento de superficie sembrada.
Fuente: lagacetadesalamanca.es