Durante el seminario "Arándanos y frambuesas: Oportunidades y amenazas en el nuevo escenario productivo y comercial", celebrado en La Araucanía, Antonio Domínguez, director de ChileAlimentos, ofreció un diagnóstico del sector. Según expuso, Chile produce cerca de 25.000 toneladas de frambuesa al año, de las cuales más de 18.000 se destinan a la exportación en formato congelado, consolidando a Chile como un proveedor relevante en este segmento.
La competencia internacional se ha visto alterada por factores climáticos, escasez de mano de obra y aumentos en los costos de producción en países clave como Serbia, Polonia y China. En Europa del Este, regiones históricamente productoras han visto reducir su volumen a menos de la mitad, una situación que, según Domínguez, podría prolongarse, generando un espacio de crecimiento para Chile.
México, aunque cuenta con una producción considerable para fresco, no ha logrado posicionarse con fuerza en el segmento de fruta congelada debido a estándares de calidad más bajos. China, que inicialmente generaba preocupación, se ha convertido en una oportunidad, al presentar limitaciones climáticas y un creciente mercado interno.
Tras una fuerte caída en la producción que llevó al sector a registrar apenas 16.000 toneladas en sus peores años, el repunte reciente ha devuelto el optimismo. Actualmente, la cadena involucra a más de 4.500 agricultores y alrededor de 80 plantas de frío, con una creciente concentración en el sur del país.
Uno de los cambios más relevantes es la irrupción de proyectos de gran escala. Mientras que históricamente el 70%-80% de la producción provenía de pequeños predios, hoy emergen plantaciones de hasta 80 hectáreas, muchas con cosecha mecanizada. Esto no solo mejora la eficiencia, sino que reduce los riesgos sanitarios, aunque los pequeños productores siguen siendo fundamentales bajo estrictos estándares técnicos.
Sin embargo, persisten retos importantes, como el control de Drosophila suzukii, que ha provocado rechazos en mercados exigentes. A esto se suman problemas de trazabilidad que pueden acarrear graves consecuencias.
Domínguez delineó una estrategia de crecimiento sustentada en la expansión de plantaciones de mayor escala y la mecanización de la cosecha, con la expectativa de que en uno o dos años la mitad de la producción provenga de grandes predios, lo que permitiría reducir costos y mejorar la inocuidad. A esto se suma la necesidad de avanzar en mejora genética, seleccionando variedades más productivas y adaptadas al destino comercial, con metas de rendimiento que podrían alcanzar los 18.000 kg/ha. El plan contempla también una mayor aplicación tecnológica, incorporando sistemas de riego eficiente, control fitosanitario riguroso, viveros certificados y capacitación continua. En paralelo, se busca reforzar la trazabilidad, considerada clave para evitar sanciones en mercados internacionales por problemas sanitarios. El fortalecimiento de la asociatividad a través de alianzas o cooperativas también se perfila como un pilar para optimizar recursos técnicos, logísticos y mejorar el acceso a nuevos mercados. Todo esto debe hacerse, subrayó, con una visión de crecimiento responsable y sostenido, cuidando la calidad y evitando saturar la oferta.
Fuente: frutasdechile.cl