Ya no se puede considerar a Georgia como un actor menor en el cultivo de arándano. Con una superficie de alrededor de 3.000 hectáreas —que ha crecido rápidamente en los últimos años y que se espera siga aumentando—, aunque aún está por detrás de gigantes europeos como Polonia (12.400 ha) y España (4.890 ha, según datos de Faostat, 2023), ya se acerca a Alemania y ha superado a países como Portugal, Francia e Italia.
El impulso de este sector en Georgia quedó patente con la celebración del primer Congreso Nacional del Arándano en octubre de 2023 en Tiflis. El evento fue organizado por Blue Garden, una consultora agrícola que conecta a productores locales con actores internacionales. Actualmente, el país cuenta también con su propia asociación sectorial: la Asociación Georgiana de Productores de Arándano (GBGA), cuyo representante actuó como moderador del encuentro.
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Los responsables de producción de GeoOrganic, Irakli Basheleiahvili y Levan Katsiashvili, prueban la madurez de los arándanos a principios de junio de 2025.
La experiencia y el asesoramiento técnico también llegan desde fuera. Así lo demuestra el trabajo de Marco R. Butera, consultor italiano y fundador de BetterBerries, especializado en berries, quien declaró recientemente en este medio que presta servicios en Georgia, país que, según él, ofrece una de las mayores oportunidades de expansión del cultivo de arándano en Europa. Señaló que, gracias al apoyo estatal y a programas como USAID, el sector ha pasado en pocos años de estar en pañales a estar bien estructurado.
Costes de inversión
Según datos de la Asociación de Agricultores Georgianos (GFA), la inversión necesaria para establecer una hectárea de arándano al aire libre oscila entre 30.000 y 34.000 euros. Si se incorpora protección plástica, esta cifra puede ascender hasta los 85.000 euros. En el caso del cultivo en maceta —una opción viable en el este del país—, los costes pueden alcanzar entre 145.000 y 170.000 euros por hectárea.
El crecimiento del sector no se debe solo a las condiciones edafoclimáticas, que son muy favorables en el oeste del país, sino también a la atractiva ventana de exportación hacia la UE: de mediados de mayo a mediados de julio. Durante este periodo, los productores georgianos logran evitar parcialmente la coincidencia con las campañas de España, Marruecos y Polonia. Aun así, la mayor parte de las exportaciones —que desde 2020 han aumentado a un ritmo medio anual del 70%, pasando de 3,25 a 24,05 millones de euros en 2024— sigue teniendo como destino Rusia (86% en 2024), debido tanto a la cercanía geográfica como a los precios más competitivos. Sin embargo, el mercado europeo resulta muy interesante, no solo por diversificación, sino también por la estabilidad que ofrece en términos de demanda y condiciones comerciales.
Mientras que en la entrega séptima de este especial sobre Georgia conocimos la estrategia de futuro de la empresa productora Colibri, ahora visitamos a la vecina GeoOrganics, una finca agrícola que plantó sus primeras hectáreas en 2019, hoy cultiva 30 hectáreas y añadirá otras 10 en septiembre.
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Época de cosecha en GeoOrganics.
Ventajas del microclima
La empresa está ubicada en la región de Imereti, al oeste del país, una zona con una ventaja clave: "Aquí comenzamos la cosecha entre dos y tres semanas antes que en otras partes de Georgia. Eso nos permite exportar en un momento más favorable", explican los responsables de producción, Irakli Basheleiahvili y Levan Katsiashvili. El clima también ayuda: "Aquí sopla viento casi todo el tiempo. Gracias a eso, las plantas se secan rápido después de la lluvia y las enfermedades tienen pocas oportunidades. Solo aplicamos tratamientos dos veces por temporada, con azufre y hierro".
Aunque ese viento a veces juega en contra. "El año pasado perdimos 20 toneladas por caída de frutos durante una tormenta", comenta Irakli. Aun así, las enfermedades son poco frecuentes en sus parcelas, lo que no siempre ocurre en zonas montañosas, donde la circulación de aire es más limitada.
Selección varietal
GeoOrganics cultiva principalmente variedades tempranas como Suziblue, Duke y Blue Ribbon, todas de la compañía obtentora estadounidense Fall Creek. A partir de septiembre, incorporarán las variedades Valor® y Top Shelf, también de esa casa. "Estas últimas maduran un poco más tarde, tienen mejor sabor y mantienen una producción elevada", explica Levan. "Estamos probando algunas variedades Sekoya, pero todavía generan dudas: el rendimiento parece más bajo y quizá sean demasiado costosas para el mercado local. Además, queremos más seguridad sobre su resistencia a enfermedades".
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GeoOrganics cultiva variedades Fall Creek en 30 hectáreas, con 10 hectáreas adicionales programadas para septiembre.
Aproximadamente el 90% de la cosecha —es decir, la fruta de categoría I— se destina a exportación. En 2024, 10 toneladas se enviaron a Alemania. "En la UE se paga alrededor de 4,50 euros por kilo", dice Irakli. "Es un mercado interesante por los contratos estables y las garantías de pago".
GeoOrganics cuenta desde hace tres años con la certificación GlobalG.A.P. Este verano, durante la cosecha, trabajan en la finca unas 25 mujeres ucranianas. "Son eficientes, rápidas y meticulosas", añade Levan. En cuanto al envasado, la empresa utiliza parcialmente una planta de empaque compartida en Samegrelo, y otra parte se realiza en la planta del productor vecino, Colibri.
Para más información:
Giorgi Darchia (director)
GeoOrganics LTD
Bashi (Tskaltubo) – Georgia
Tel.: +995 555 91 37 37
[email protected]
