Para Sil Moonen, de Roggel (Países Bajos), la temporada de arándanos ha empezado con buen pie. "Hemos tenido un tiempo estupendo durante el periodo de floración y eso ha garantizado un cuajado perfecto. Por lo tanto, la cosecha es buena, aunque el calor de los últimos días ha complicado un poco las cosas y nos ha obligado a interrumpir la recolección".
Según el productor, la comercialización se encuentra bajo mínimos. "La semana pasada y la anterior todavía iba todo bastante bien, pero ahora que han empezado las vacaciones de verano, la demanda ha disminuido. Polonia empieza más tarde con su temporada, pero tiene la ventaja de contar con un gran mercado nacional", comenta Sil. "Según los analistas de mercado, Países Bajos se las arreglaría bien con su propia cosecha, pero de una manera u otra, los arándanos polacos siempre acaban en nuestras tiendas. Siempre se habla mucho de las emisiones de CO₂, pero luego parece que ya no importa tanto".
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Kathadin y Duke.
© Sil Moonen BVMoonen suele cosechar el primer lote de berries a mano y también el segundo de determinadas variedades para garantizar una mejor calidad. El resto se recolecta a máquina. El productor replantó otras 5 hectáreas con nuevas variedades el año pasado, apostando por la variedad libre Calypso y la recién llegada Kathadin, entre otras. Antes también cultivaba arándanos en Alemania y el norte de los Países Bajos, pero se deshizo de esas producciones por lo que ahora toda su superficie, un total de unas 40 hectáreas, se encuentra en el municipio holandés de Leudal. La producción anual de arándanos se sitúa en unos 400.000 kilos. Preguntado sobre en qué mercados se centra la venta, Sil responde entre risas: "En el que mejor pague. Por eso de momento guardamos silencio".
"Este año hemos vendido también algo de berries españoles. Cuando ves que allí siembras algo en enero y recoges 2 kilos de una planta al año siguiente, mientras que aquí tenemos que esperar tres o cuatro años, a veces te preguntas qué hacemos aquí. Los españoles, a su vez, tienen el ojo puesto en Marruecos. Viendo los precios tan altos que han alcanzado allí nos invita a soñar. A veces le digo a mi hija que si yo fuera joven y no tuviera un vínculo tan fuerte con el entorno de aquí, no dudaría en subirme al primer tren para allá".
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