Francisco Beitia acaba de iniciar su jubilación después de 44 años dedicados al control de plagas, la mayoría de ellos en el Grupo de Entomología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA). Desde este centro puso en marcha la línea de investigación en kaki, un cultivo cuya evolución ha seguido de cerca y en el que ha centrado gran parte de su trayectoria. Como colofón, codirige junto a César Monzó el foro "Horizonte Kaki: Nuevas respuestas para los nuevos retos", que se celebrará el 23 de octubre en la Universitat Politècnica de València, promovido por el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas y Graduados de Valencia y Castellón (COITAVC).
En 2014, junto a sus compañeros Alberto Urbaneja y Meritxell Pérez-Hedo, Beitia inició un programa de investigación destinado a sentar las bases científicas de la gestión integrada de plagas en kaki. De ese trabajo surgió una tesis doctoral de Omar García-Martínez que identificó las principales plagas del cultivo, su dinámica poblacional y los primeros métodos de control. Desde entonces, se ha constatado un desplazamiento de organismos procedentes de los cítricos hacia el kaki, confirmando la estrecha relación entre ambos sistemas productivos.
El investigador explica que la presión actual de plagas como moscas blancas, cochinillas o trips responde a varios factores. La pérdida de hojas del kaki en otoño obliga a estas especies a refugiarse en cítricos, desde donde recolonizan el cultivo en primavera. Además, la expansión de la superficie cultivada, el aumento de las temperaturas y el uso inadecuado de fitosanitarios han favorecido la proliferación de estos insectos.
En el caso de las moscas blancas, especies como Dialeurodes citri y Paraleyrodes minei han pasado de ser secundarias a convertirse en plagas de relevancia, gracias a la combinación de un hábitat alternativo en cítricos y unas condiciones climáticas favorables para su desarrollo.
Los trabajos del IVIA avanzan en estrategias de gestión integrada que combinan el uso racional de fitosanitarios con la introducción de enemigos naturales y la implantación de cubiertas vegetales que mantengan la fauna auxiliar de manera continua.
Beitia también subraya la necesidad de reconsiderar la decisión del Ministerio de no autorizar la cría y liberación del parasitoide Anagyrus fusciventris, eficaz contra Pseudococcus longispinus, una de las principales plagas del kaki. Argumenta que se trata de una especie naturalizada en la cuenca mediterránea desde hace décadas y con eficacia probada en campo, por lo que su liberación controlada bajo supervisión del IVIA no debería representar un riesgo ambiental.
Fuente: phytoma.com