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Una de las claves del éxito de la Poma de Girona es su sistema avanzado de conservación

La manzana se ha consolidado como el cultivo más representativo de las comarcas gerundenses, especialmente en el Empordà y el Gironès. Bajo el sello de la IGP Poma de Girona, se comercializan durante todo el año miles de toneladas de fruta en supermercados catalanes y del resto de España, fruto de una producción que abarca más de 2.000 hectáreas.

La recolección, que se concentra entre mediados de agosto y noviembre, moviliza cada temporada a unos 2.000 temporeros que, junto con los agricultores locales, trabajan contrarreloj para cosechar en apenas tres meses y medio la fruta que abastecerá al mercado durante todo el año.

La IGP integra a tres grandes empresas que trabajan con una treintena de productores cada una: Giro Poma (Ullà), Girona Fruits (Bordils) y Frutícola Empordà (Sant Pere Pescador).

Para la campaña de 2025, la previsión de producción es de 89.000 toneladas, un 10% menos que en 2024 —uno de los mejores años de la historia—, pero en línea con el promedio de los últimos cinco ejercicios. Este volumen representa aproximadamente un tercio de la producción catalana y una cuarta parte de la producción nacional. Aunque se producen alrededor de diez variedades distintas, solo cinco están amparadas por la IGP: Golden, Gala, Granny Smith, Red Delicious y Fuji.

Una de las claves del éxito de la Poma de Girona radica en su sistema avanzado de conservación, que permite mantener la fruta en óptimas condiciones hasta la siguiente cosecha. Las manzanas se almacenan en cámaras frigoríficas con temperaturas entre 0 y 5 grados, regulación del oxígeno y uso de anticongelantes. Este procedimiento ralentiza la respiración de la fruta y hace posible que, meses después de haber sido recolectada, conserve su frescura.

Actualmente, un cuarto de la producción se exporta al extranjero, principalmente a Europa, mientras que el resto se destina al mercado nacional. El 90% de las ventas en España se concentra en la gran distribución y en centros logísticos como Mercabarna, que exigen un suministro estable de fruta todo el año.

Además, los agricultores han tenido que invertir en medidas de protección frente a riesgos climáticos y plagas. Gracias a ello, se puede garantizar el volumen mínimo exigido por los supermercados, clientes que sostienen gran parte de la rentabilidad del sector.

La sequía extrema ha sido otro desafío determinante. Para hacer frente a la reducción de dotaciones hídricas, se han implementado sistemas de riego por goteo, que permiten ahorrar hasta un 30% de agua respecto al riego tradicional, y tecnologías como Giro Reg, que ajustan los caudales en función de datos meteorológicos y pluviométricos, logrando un ahorro adicional de otro 30%.

Hoy, la mayoría de los productores se dedican de manera exclusiva a la manzana, con un modelo que exige altas inversiones en tecnología y seguridad productiva, pero que también ofrece cierta estabilidad gracias a la existencia de clientes fijos y de gran capacidad de compra.

Fuente: es.ara.cat

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