Sometida a los caprichos de la climatología, la producción de trufas del Périgord, Francia, ha disminuido notablemente en los últimos años. Las repetidas sequías han reducido en gran medida los volúmenes, con cosechas divididas por varios factores en función del mercado, y la calidad se ha deteriorado en ocasiones, haciendo que algunas trufas no sean comercializables.
Ante esta situación, los truficultores se están adaptando. El riego se ha vuelto esencial para mantener la producción, lo que ha exigido importantes inversiones, sobre todo en sistemas de recuperación de agua. Por falta de recursos, algunos truficultores ya han cesado su actividad.
Al mismo tiempo, la truficultura se extiende a nuevos territorios de Francia. Regiones más septentrionales, como la zona de Saumur, disfrutan ahora de condiciones climáticas favorables, con temperaturas más elevadas y suelos capaces de retener la humedad. Para algunos agricultores, la trufa representa una oportunidad de diversificación a largo plazo, sobre todo en el contexto de la crisis vitícola.
A pesar de la caída de la producción francesa, los precios se mantienen estables. Para las fiestas, una trufa de unos 50 gramos ronda los 35 euros. Sin embargo, para satisfacer la demanda, casi tres de cada cuatro trufas que se consumen en Francia son ahora importadas.
Fuente: franceinfo.fr