Se descubren en Francia unos tomates que no se pudren
El investigador trabaja para el grupo Syngenta en su base de Aviñón. El gigante agroquímico ha elegido la región por su suelo frío en primavera y sus veranos cálidos, secos y soleados. “Las nuevas variedades tienen que resistir las variaciones de temperatura”, explica Régis Cambon, jefe de la estación.
En el invernadero de pimientos, Matthieu Nicolas explica que “para crear un pimiento que sea resistente al oídio, un hongo que afecta a este cultivo, encontramos el gen en un pimiento silvestre. Después nos hicieron falta quince años para introducirlo con éxito en un pimiento morrón”. Puede parecer fácil hacer un nuevo fruto, pero requiere mucha técnica. En primer lugar, se deben encontrar las variedades interesantes en catálogos o en la naturaleza y después tratar de identificar sus características genéticas. “La llegada del genotipado hace quince o veinte años revolucionó el campo y nos permitió trabajar con una mayor diversidad”, añade Matthieu Nicolas. No obstante, siempre son necesarios entre diez y quince años de investigación antes de la comercialización. Los productores de semillas como Syngenta, Monsanto y Vilmorin invierten miles de millones en investigación. Solo en Suiza, el presupuesto es de 1.250 millones de dólares al año, es decir, entre el 8 y el 12% de su facturación.
Cada año se incorporan 600 nuevas variedades al catálogo francés (además de las 9.000 que ya existen). Estas nuevas variedades provienen de grandes productores de semillas, así como de grupos más modestos o de la investigación pública.