Se prometió que en el festival solo se venderían los productos de los agricultores estonios. A él llegaron personas del resto de países bálticos para obtener información sobre el cultivo y la producción, para ver y probar nuevas variedades y para degustar platos y bebidas elaborados con ajo.
Para los niños se habilitó una zona de juegos con balas de heno y se preparó un pequeño zoológico.
Como marca la tradición, la celebración estará seguida de un concierto y concursos para encontrar la cabeza de ajos más grande y la flor de ajo más bonita.