“Si vives en Europa y consumes tomates en invierno, existe una alta posibilidad de que provengan de Marruecos, a menudo producidos en condiciones de trabajo injustas”, asegura Anselm Iwundu, director ejecutivo de Fairfood, en un vídeo publicado en junio.
Y los salarios precarios tienen un importante efecto sobre la economía de todo el país, pues los tomates suponen casi la mitad de las exportaciones de hortalizas de Marruecos. El país norteafricano es el tercer mayor exportador de tomates a la Unión Europea (UE), por detrás de los Países Bajos y España.
La mayoría de estos recolectores marroquíes de tomate trabajan para un pequeño número de compañías que producen más del 90 por ciento de los tomates en el país.
Sin embargo, Fairfood señala que los principales minoristas británicos y neerlandeses ejercen más poder todavía sobre los trabajadores agrícolas de Marruecos, pues el 90 por ciento de estos tomates marroquíes se venden finalmente en Europa, y el 76 por ciento de las frutas y hortalizas frescas adquiridas en los Países Bajos y casi el 90 por ciento en el Reino Unido se compran en supermercados.
La carga de estos sueldos bajos recae de manera desproporcionada sobre las mujeres. En torno al 70 por ciento de los trabajadores agrícolas de la región de Sus-Masa-Draa, donde se cultiva la mayoría de los tomates, son mujeres, una estadística sorprendente para un país que tiene una de las tasas más bajas de participación laboral femenina del mundo. Muchos de estos trabajadores son jóvenes inmigrantes solteros que buscan escapar de la estigmatización y la marginación social.
Fairfood señala que más de un tercio de los trabajadores que la organización encuestó reciben salarios por debajo del sueldo mínimo de 147,44 euros mensuales fijado para los trabajadores agrícolas. De hecho, Sus-Masa-Draa tiene el tercer mayor porcentaje de personas que viven en la pobreza y el mayor porcentaje de gravedad de la pobreza de Marruecos.
Sin embargo, en respuesta al informe de Fairfood realizado para el Centro de Información sobre Empresas y Derechos Humanos, los minoristas negaron pagar sueldos por debajo del salario mínimo.
Tesco dijo que su investigación propia “no coincidió con los hallazgos generalizados que aportó Fairfood” y señaló que un gerente de comercio ético hizo comprobaciones aleatorias de los salarios de los trabajadores en cada proveedor y concluyó que todos sus trabajadores recibían salarios por encima del mínimo fijado para los trabajadores agrícolas. Sainsbury’s aseguró que su proveedor “no solo paga el salario legal, sino más de un 20 por ciento por encima del mínimo a todos los trabajadores”. Albert Heijn indicó que todos sus trabajadores recibían “al menos el sueldo marroquí mínimo para los trabajadores agrícolas y que se pagaban tasas más altas por las horas extraordinarias”. Tesco reconoció que solo el 30 por ciento recibían entre 316 y 497 euros mensuales, o por encima de esta cantidad.
Fairfood ha iniciado una campaña para presionar a estos minoristas europeos a pagar un sueldo digno a los trabajadores de su cadena de suministro. La ONG está trabajando con la Fédération Nationale du Secteur Agricole, un sindicato agrícola marroquí, para ayudar a los trabajadores agrícolas a defender sus derechos.