Son malos tiempos para el sector del champiñón. Los costes suben para los productores, mientras que los precios en los supermercados disminuyen. Jasper Kanters, de Kanters Paddenstoelen, espera que esto cambie pronto. No obstante, no pierde el optimismo, sobre todo ahora que su hijo le ha dicho que quiere hacerse cargo del negocio.
Kanters Paddenstoelen, de Heeswijk, en los Países Bajos, suministra una amplia gama de hongos de diferentes variedades, formas y combinaciones. Jasper empezó a producir champiñones blancos en 1992. Diez años después, decidió hacer negocios por su cuenta. “Les compramos a nuestros productores y, además, cultivamos nuestros propios champiñones blancos, y también comercializamos champiñones marrones, portobellos, setas shiitake y setas de ostra”, explica. “También compramos hongos en otras partes y así podemos ofrecer un paquete completo todo el año”.
La producción de la empresa y la de los productores con los que trabaja nunca se detiene. Las setas se envían principalmente a mayoristas permanentes de los Países Bajos, Bélgica y Alemania para su distribución al retail y al catering. Además de los pedidos corrientes, de vez en cuando reciben pedidos a lo largo del día para su recogida dentro de unas pocas horas. “Esto requiere flexibilidad. Puede ser bastante complicado tenerlo todo listo a tiempo, pero también nos da la oportunidad de distinguirnos”.
Los precios apenas cubren los costes
En opinión de Jasper, la inquietud de los productores por los bajos precios es un asunto delicado. “Pero algo tiene que cambiar, eso seguro. En 25 años, las empresas holandesas dedicadas a las setas han pasado de 900 a unas 70, y no va a quedarse ahí. Para nosotros, empezar a hacer negocios por nuestra cuenta y ampliar la gama podría haber sido nuestra salvación”. Aunque eso no significa que los costes y los rendimientos de los champiñones blancos estén proporcionados ahora mismo, como apunta. Menciona que los costes para los productores no han hecho más que subir, mientras que los precios de una tarrina de champiñones en el supermercado ha caído en los últimos cinco años. A eso hay que sumarle la competencia de los champiñones polacos, porque son más baratos que los holandeses. “Naturalmente, depende de los productores la firma de acuerdos, pero no creo que los consumidores vayan a dejar de comprar si los precios suben un poco. Personalmente, opino que nuestro producto no recibe suficiente reconocimiento. Suministramos un producto saludable y limpio que, además, crea muchos puestos de trabajo por toda la mano de obra que se necesita. De verdad espero que recibamos el reconocimiento económico que el sector merece”.
Según Jasper, el orgullo y el reconocimiento también deberían venir del propio sector. Lamenta que sean tan pocas las empresas de setas que trabajen juntas. “Tomé la decisión de cultivar setas porque era un sector muy colectivo, pero ahora no queda mucho de eso. Si trabajáramos unidos, seguramente podríamos hacer más cosas”. Sin embargo, al comerciante lo que más le interesa es mirar hacia adelante y se siente optimista. Durante años, Jasper ha tenido problemas de salud, pero asegura que ya lleva unos meses de lleno en el negocio. Ahora que su hijo Marco ha empezado a trabajar en la empresa y dice que quiere continuar con el negocio en el futuro, es más optimista que nunca. “Solo si hay un relevo y trabajadores suficientes, veo futuro para las setas holandesas. Sin embargo, es un trabajo duro, pero no cabe duda de que hay oportunidades. En los próximos años, se sabrá cuántos productores quedarán, y si habrá gente suficiente para ayudar con la cosecha. Aún dependemos mucho de eso”.
Personalmente, Jasper todavía ve potencial. "Buscamos innovaciones. En este campo hace años que no ha pasado nada porque no había dinero, pero eso le podría dar un impulso al producto. Para tener presupuesto para esto, me gustaría que los precios se recuperaran. En cuanto haya reconocimiento económico, tal vez haya más espacio para el marketing, y no nos iría nada mal".
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