“La demanda de cebollas y zanahorias ha vuelto a niveles normales en Bélgica. Durante el período de compras masivas estuvimos muy ajetreados y la demanda se triplicó, luego el mercado cayó y todo volvió a la normalidad”, dice Frans Cool, de la empresa belga Paul Cool. “Dejamos un poco en pausa las exportaciones durante ese período, porque no estaba claro cómo se desarrollaría la demanda nacional. A pesar del hecho de que nuestros productos son saludables y que todo el mundo tiene que comer, actualmente no somos capaces de despachar las cebollas y zanahorias de mayor tamaño. Normalmente las vendemos al sector de la hostelería, pero ahora que todo está cerrado apenas encontramos compradores. Afortunadamente, la gran distribución está comprando algo, lo cual nos permite compensar un poco la pérdida del sector hostelero".
Sin embargo, la mayor preocupación de Frans no es cómo se desarrollará el mercado de las zanahorias y cebollas, sino las medidas tomadas por el Gobierno. “Entiendo el porqué de las medidas, pero crean muchas dificultades para las personas que todavía están trabajando. No siempre es posible mantener un metro y medio de distancia en el trabajo y las multas que imponen a las personas que viajan juntas en coche para acudir a sus puestos de trabajo son realmente absurdas. Sería bueno ofrecer alguna compensación a todas esas personas que continúan trabajando para que sigan motivadas. Nosotros mismos hacemos todo lo que está en nuestras manos para seguir operativos y tiramos del sentido común para mantener a raya al virus. Esperemos que todo pase pronto”, concluye Frans.
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Frans Cool
Paul Cool
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