Debido a la falta de lluvias y a las altísimas temperaturas de agosto, se espera que los rendimientos de las castañas disminuyan drásticamente. Así lo confirma Renzo Panzacchi, presidente del Consorcio Castanicoltori dell'Appennino Bolognese, que monitoriza la situación de todo el Apenino emiliano.
Renzo Panzacchi
"Los representantes de los ocho consorcios productores de castañas, que ahora forman parte de la Mesa Regional de la Castaña, presentan un panorama bastante uniforme: falta producto y los rendimientos serán mucho menores que en 2020. Solo tras la cosecha será posible hacer una evaluación real, pero las perspectivas no son buenas".
Hay ocho consorcios con unos 450 productores con 1.250 hectáreas cultivadas. "No hay grandes diferencias entre las distintas zonas de producción, porque la sequía las ha afectado de manera uniforme. Y cuando llegó la lluvia, hace unos 20 días, era demasiado tarde", añade Panzacchi.
Hasta principios de agosto había 2-3 frutos por erizo, pero debido a la falta de agua, las plantas "abortan" uno o dos para que al menos uno sobreviva y eso es, precisamente, lo que provocará la fuerte caída de los rendimientos. La esperanza es que las castañas que quedan al menos sean grandes.
"En algunas zonas también existe el problema de los tortrícidos. El control biológico es eficaz para prevenir y reducir los daños, pero no resuelve el problema por completo", afirma el presidente.
En cuanto al calendario, en las zonas de media montaña, hasta los 450 metros de altitud, la cosecha debería comenzar a principios de octubre, y a más altura a partir del 10 de octubre. La campaña se ha retrasado ligeramente; unos 7 días en comparación con un año normal", concluye Panzacchi.