Con la cercanía del mes del Ramadán –el noveno mes del calendario lunar islámico, que comienza este año en torno al 22 de marzo–, la demanda de dátiles en los países musulmanes y en aquellos con una gran comunidad musulmana está presenciando un aumento considerable. "Todos los exportadores de dátiles se preparan para este periodo del año", dice Mohamed Akermi, CEO de la exportadora tunecina Tunileaf.
El caso de la empresa refleja la situación del mercado. "Producimos diversas variedades de dátiles más o menos húmedos. Los más húmedos se exportan a los países vecinos, sobre todo Marruecos y Francia, mientras que los menos húmedos se exportan a otras partes del mundo", explica Akermi.
La variedad de dátil tunecino más buscada sigue siendo la Deglet Nour. "Esta variedad es muy apreciada por su aspecto jugoso y su sabor dulce. La mayoría de nuestros volúmenes de Deglet Nour se exportan a Marruecos, 33.000 toneladas cada año".
En el segundo puesto de los destinos de la empresa se encuentran Malasia e Indonesia. "A estos países, enviamos variedades estándares semisecas que pueden aguantar viajes largos".
El resto de la producción de Tunileaf se exporta a los Países Bajos, Alemania, Bélgica, Italia, Senegal y Nigeria. "Estamos dando pasos para entrar en el mercado indio, donde hay una gran comunidad musulmana y la demanda de dátiles crece para el Ramadán".
Aunque la demanda de dátiles tunecinos viene explicada por su precio competitivo, el coste de transporte se ha convertido en una carga para los exportadores. "Por ejemplo, el coste de transportar un contenedor de Túnez a Francia ha pasado de 2.000 euros antes de la COVID a los 3.500 actuales, de Túnez a Yakarta ha pasado de 3.700 a 5.500 dólares, y de Túnez a los Países Bajos, de 5.400 a 7.000 euros".
"No obstante, los dátiles tunecinos seguirán siendo competitivos en el mercado internacional gracias a su calidad y a la consistencia de la producción", concluye Akermi.
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Akermi Mohamed
TuniLeaf
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