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Pese a que el agua de Doñana no llega para las fresas "legales" tendrá que repartirse entre mil hectáreas más de cultivos

Las lagunas de Doñana presentan una imagen crítica tras un invierno en el que ha llovido menos de la mitad de lo habitual, pero bajo tierra la situación no es mejor y en muchos pozos, legales e ilegales, del entorno de la marisma, ya no hay agua para regar las fresas que, en muchos casos, agonizan en los invernaderos.

El acuífero está diciendo “basta” llegando a su capacidad, pero como informa El País, la derecha andaluza (PP y Vox) quiere meter más presión y repartir el agua entre más agricultores. El pasado miércoles aprobó la tramitación por vía de urgencia de una proposición de ley para aumentar los suelos con regadío en la comarca, que beneficiará a cientos de fincas –hoy con regadío ilegal–. Así, a las 9.400 hectáreas de regadío legal actual, la ley sumaría otro millar, según se estima.

¿Hay esperanza para Doñana?
Entre las soluciones previstas por el Ministerio para la Transición Ecológica en su plan dotado con 356 millones y avanzado hace seis meses destaca la compra de fincas pegadas al parque para alejar lo más posible los cultivos, por un valor de 100 millones. Sin embargo, el precedente no es bueno. En 2016, el Gobierno de Mariano Rajoy compró la finca Los Mimbrales con 888 hectáreas por 35 millones para eliminar la sombra de los pozos. Pero en 2019, a comienzos de esta legislatura, la Junta hizo emerger en Moguer casi 1.000 hectáreas nuevas de regadío. Esto supuso que el agua del oeste que podría haber aliviado los pozos legales más cercanos al parque, en Almonte, se quedó a medio camino para incrementar el suelo de regadío, invalidando en cierta medida el efecto de la compra de Mimbrales.

La clave de la polémica medioambiental y económica que ahora ha saltado a la arena política es que la ley propuesta recalifica nuevos suelos como regables. No otorga concesiones de agua, pero sí que abre la puerta a que los nuevos agricultores con regadíos, que la Junta cifra en 600, puedan llamar a la puerta de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y optar “de forma preferente” a las aguas superficiales que se traerán de la cuenca del oeste onubense, la del Tinto, Odiel y Piedras. Pero esa cuenca también sufre desde enero restricciones para sus propios regantes del 25% por la sequía extrema.

Con los pantanos al 25% de su capacidad, las perspectivas no son muy halagüeñas en la región española que se verá más afectada por el cambio climático en la segunda mitad de siglo XXI, alertan los científicos.

 

Fuente: elpais.com

Fecha de publicación: