El inicio de la campaña de patata en España ha generado inquietud entre los productores debido a un incremento en las importaciones desde Egipto y una disminución en el consumo, que ha descendido de 20 kg per cápita en 2019 a 18 kg en 2023. Además, se ha constatado una ligera caída en la producción, según Alfonso Sáez, presidente del comité de patata de Fepex. Este descenso se atribuye a las adversidades meteorológicas y a un deterioro de la sanidad vegetal, lo que ha llevado a un aumento de rechazos de semillas.
La situación se agrava por un cambio en la orientación productiva de los agricultores, quienes, enfrentando dificultades climáticas y un crecimiento en el consumo de patata congelada, optan por cultivos destinados a la industria en lugar de la patata de siembra. No obstante, en Sevilla se prevé una cosecha excepcional gracias a las recientes lluvias, mientras que en otras regiones como el País Vasco y la Comunidad Valenciana, la superficie cultivada se mantendrá estable con respecto a 2023.
La preocupación también se extiende a las importaciones de patata de Egipto, que han experimentado un notable aumento, pasando de 2.463 toneladas en 2019 a 50.488 toneladas en el último año, lo que representa un incremento del 2.100% en valor. Paralelamente, el consumo nacional de patata ha disminuido un 11,7% en los últimos cinco años, con una notable inclinación hacia la patata congelada, cuyo consumo per cápita ha aumentado de 0,9 kg en 2019 a 1,13 kg en 2023.
Esta tendencia hacia el consumo de patata congelada refleja un cambio en los hábitos de alimentación, con una preferencia por la conveniencia y posiblemente el precio, según señalan desde Fepex y COAG. La compra de patata transformada también se ha visto incrementada, lo que sugiere una evolución en las preferencias de consumo dentro del mercado español.
Fuente: efeagro.com